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Adriano y su desgarradora confesión acerca del alcohol, la favela, su carrera como futbolista y la muerte de su padre

Adriano se convirtió, en su momento, en uno de los mejores futbolistas del mundo.

Adriano siempre será recordado como aquel futbolista que tocó el cielo con las manos y, seguramente tenía las condiciones para mantenerse en la cima, pero prefirió otro camino.

El delantero brasileño brilló con luz propia en clubes como Flamengo, Inter de Milán y la selección de Brasil; no obstante, su vida tomó un rumbo diferente, que explicó recientemente en una publicación en ‘The Players Tribune’.

“Sé lo que se siente ser una promesa, incluyendo una promesa incumplida. El mayor desperdicio del fútbol: yo. Me gusta esa palabra porque estoy obsesionado con desperdiciar mi vida. Estoy bien así, en un desperdicio frenético. Disfruto de este estigma” dijo Adriano, quien integró una generación dorada en Brasil, al lado de Ronaldo, Kaka, Ronaldinho y Roberto Carlos, entre otros.

“No tomo drogas, como intentan demostrar. No me gusta el crimen, aunque podría haberlo hecho. No voy a discotecas. Siempre voy al mismo lugar de mi barrio. Bebo cada dos días, sí. Y los otros días también. Bebo porque no es fácil ser una promesa que sigue en deuda”, explicó Adriano, con relación a los señalamientos del consumo de drogas.

“Me llaman Emperador. Un tipo que dejó la favela para recibir el apodo de Emperador en Europa. ¿Cómo se explica? No lo entendí hasta hoy. Lo único que busco en Vila Cruzeiro es paz. Aquí camino descalzo y sin camiseta, sólo con pantalones cortos. Juego al dominó, me siento en la acera, recuerdo mi infancia, escucho música, bailo con mis amigos y duermo en el suelo. Sólo quiero estar en paz y recordar mi esencia”, indicó el exfutbolista profesional, de 42 años.

Con relación a la favela, indicó que “es mi lugar. Aquí me respetan verdaderamente. Veo a mi padre en cada uno de estos callejones”.

Precisamente, el asesinato de su padre fue un factor que afectó considerablemente su carrera como futbolista profesional.

“La muerte de mi padre cambió mi vida para siempre. Hasta el día de hoy, es un problema que todavía no he podido resolver. Toda la mier** empezó aquí, en la comunidad que tanto me importa. Maldita sea, a mi padre le dispararon en la cabeza en una fiesta en Cruzeiro. Una bala perdida. Él no tuvo nada que ver con el desastre. La bala entró por la frente y se alojó en la nuca. Los médicos no tenían forma de sacarla”, contó Adriano.

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