Un día Camilo le dijo a su mamá que se iba de viaje y dos meses después, llegó a casa a contar que estuvo Brasil.
Gracias a su comportamiento espontáneo, se ganó el apodo de ‘loco’ por parte de sus conocidos. Y es que su ‘locura’ lo llevó a seguirle la pista a la Selección Colombia por toda sudamérica, sin tiquetes ni transporte, él salía a la aventura con la mochila y la mejor de las vibras.
No fue hasta 2022 que Camilo Giraldo se animó a filmar cada una de sus travesías y junto a su hermano mayor, Javier Isnardo inició el proyecto Ruta 87, el cual consistía en conocer cada uno de los ‘pueblos maravillosos’ del departamento.
Dicha idea nació de una anécdota que involucró a su papá y un deseo: ”Si yo fuera millonario, lo único que quisiera hacer es conocer todo Santander” afirmó el señor Giraldo.
Desafortunadamente, Camilo no pudo conocer a su padre, pero sí heredó aquella voluntad. Al ritmo de su moto, de cilindraje de 250, emprendió el viaje que era financiado por la venta de manillas de tela con la leyenda: “Buenas Vibras”. En todos los pueblos que llegaba, él se dedicaba a vender de puerta en puerta sus manillas y a dar a conocer la ruta.
La idea se convirtió en juramento cuando Javier, su querido hermano, falleció debido a un fuerte cáncer.
Desde entonces, ‘El Loco buena vibra’ se propuso completar la cuenta en honor a su hermano y viajó hasta cinco meses seguidos sin descanso alguno. “Cada lugar tiene algo especial, todos los municipios pueden enamorar con un poso, una cascada, con lo que tenga que ofrecer” afirma el viajero de 29 años.
La mejor estrategia de marketing que pudo realizar Giraldo fue anexar una tarjeta con sus redes junto con las manillas que vendía en cada pueblo, hecho que lo llevó a conocer personalmente a cada uno de sus seguidores. Hasta que se volvió una comunidad de 23 mil personas.