Lo que era ‘puro monte’ sobre la escarpa en el sur occidente de la ciudad, se convirtió en un conjunto de ‘ranchitos’ que creció en todas las direcciones.
San Gerardo es prácticamente un ‘milagro’ de la autoconstrucción que nació en la década de los 60´s, el término religioso se debe a que en más de una ocasión se salvaron de que ocurriera un emergencia natural sobre la escarpa.
Muy pocos sectores a lo largo del área metropolitana tiene la particular condición de vivir en la cima de dicha escarpa. Algunas casas fueron construidas como si de una rampa se tratara y para sus habitantes es usual atravesar los estrechos callejones que separan la vía principal con los hogares que nacieron alrededor de las alturas.
Una ‘paradita’ vía Girón
Ubicado sobre la calle 64, este era un tramo de la vía que conducía hacia dos destinos: el joven barrio Mutis o ‘la villa de los caballeros’.
El flujo de autos era continuo, por lo que las tiendas era un negocio más que rentable para aquellos que decidían tomar una pausa en su trayecto. Incluso, resaltan ocasiones en las que fueron recibidos los viajeros del antiguo aeropuerto Gómez Niño.
El folclor los une
Si hay un barrio en el que se tomen muy en serio el concepto de comunidad, ese es este grupo de casas que responden al nombre del santo que bendice a niños y mujeres embarazadas.
Por ejemplo, las navidades siguen siendo una fecha en la que las calles se visten de banderines coloridos y algunos muros se pintan con dibujos festivos.
Del mismo modo, jóvenes de la propia comunidad hicieron de su cancha de tierra un ‘santuario leopardo’ en el que se lee ‘San Gerardo’ en tonos amarillo y verde.
La poda de zonas verdes también es una tarea que los propios residentes realizan, Javier Carreño Ayala, quien llegó de la mano de sus padres al sector, resalta que: “aquí intentamos que todos los escenarios estén en buenas condiciones. Aunque es cierto que hace falta la presencia de la administración municipal para que le eche ‘un ojo’ a los matorrales”.
Así como hay gusto por el trabajo, también hay espacios para el esparcimiento de la comunidad. Una costumbre infaltable en la zona es ir a ver los partidos del Atlético Bucaramanga en la tienda ‘La Trigueña’ junto la compañía de los vecinos y unas ‘polas’.
Y aunque haya cierto estigma en las condiciones de seguridad del sector, lo cierto es que la buena iluminación de sus postes junto con las cámaras de vigilancia particulares que los propios vecinos instalaron.
Por lo que vivir en un terreno como lo es la cima de la comuna 8 de Bucaramanga, pasó de ser un asunto peligroso a ser parte de una comunidad en la que todos los vecinos se conocen entre sí.
Una ‘bendición’ de tienda
Eliana Duarte y Carlos Julio Velandia cumplen más de 10 años de presencia en el barrio. Su tienda es ‘la bendición’ para las familias que desean surtirse de todos los productos de la canasta familiar a excepción de la cerveza y los cigarrillos. Siendo una familia amable y fiel en sus convicciones, se han ganado el corazón de los residentes del barrio. Todos los días abren el surtido negocio desde las 6:30 de la mañana hasta las 9:30 de la noche, reforzando la idea de que en San Gerardo se pasa bueno, pero también se sabe ‘camellar’ fuertemente.