En un caso que ha llamado la atención mundial, un hombre de 30 años, cuyo identidad ni fue divulgada, se disparó por accidente con una pistola de clavos en la cabeza, reveló una revista médica de Malasia.
Tras una intervención exitosa, logró sobrevivir al accidente, pero sufrió algunas secuelas, como dolor de cebeza.
Esta persona trabajaba en una obra en construcción y en una de las jornadas revisó una pistola de clavos que dejó de funcionar. Para intentar solucionar el problema, puso el aparato apuntando hacia su rostro, una acción que le pudo haber costado la vida.
Tras el incidente, fue llevado de emergencia al hospital Sultanah Bahiyah de la ciudad de Alor Setar. Los médicos comprobaron que el clavo se había alojado en el lóbulo frontal del cerebro. Sin embargo, observaron que la herida no afectó nervios y arterias vitales dentro del cerebro.
De manera milagrosa, el hombre fue operado con éxito, ya que sacaron el clavo en una sola pieza. Después de extraer el tejido dañado en el accidente, curaron su párpado y cosieron la herida.
En la revista se indica que el hombre, después de una semana de su procedimiento, no podía cerrar el ojo izquierdo ni ver luz por allí.
Aunque los especialistas involucrados en el caso no supieron más del hombre, ya que, después de un tiempo, regresó a su país de origen.
Otro caso similar se registró en 2012. Un hombre de los suburbios de Chicago, en Estados Unidos, se encontraba en su taller cuando, por accidente, se le disparó una pistola de clavos cerca de su cabeza.
Sin embargo, Dante Autullo, de 34 años, no notó sino hasta un día después -cuando comenzó a sentir náuseas- que la puntilla había ingresado a su cerebro. Los cirujanos lograran extraer la puntilla del centro de su cerebro.
Con información de Agencias
