A 220 kilómetros de la capital santandereana, en Moniquirá, Boyacá, nació y se crió Roland quien hoy es el representante oficial de las máquinas de bolirana en ‘la ciudad bonita’.
Desde 2014, un creciente gusto por los videojuegos y por el trabajo de su tío arreglando máquinas tragamonedas, hizo que a puertas de sus 20´s iniciara el camino empírico con los cables y las tarjetas madres.
A mediados de 2017, en la capital de la nación, se empezó a gestar una nueva alternativa de negocio con la regulación de la DIAN con las máquinas que premiaban la suerte a cambio de monedas.
“Todo inició cuando un tío mío empezó a trabajar junto a un equipo que estaba automatizando la cuenta de los puntos de la tradicional rana. Se le agregó un sistema electrónico que funcionó y así se gestó la primera máquina” relata Solórzano.
Desde ese punto, el cielo fue el límite porque se agregaron las computadoras, pantallas, sistemas de sensores infrarrojos y hasta sistema de sonido con comandos.
Toda esta tecnología está dentro de piezas de madera que pueden llegar a pesar 60 kilos en promedio.
De hecho, el coste de la máquina varía según los materiales y el peso: “hay tapizados y maderas que son muy livianas lo cual hace que sea práctico transportar por todo el país estas máquinas. Además son como un rompecabezas porque pueden ir desarmadas en piezas y distribuir el peso estratégicamente” explica el especialista en boliranas de 28 años.
El tiempo promedio para ensamblar va desde las 2 horas a menos de 60 minutos, según el nivel de entendimiento de esta versión moderna del mítico juego colombiano.
Novedad en la bonita
Con 8 meses en el corazón de la ciudad, la familia y socios de este proyecto buscan dar a conocer a los bumangueses la magia del ocio y diversión que ofrecen estas consolas de juego.
“Son ideales para cualquier negocio que quiera al cliente dentro por hora, ya que no requieren de monedas, gozan de distintos modos de juego y las partidas son ligeras” comenta el moniquireño, administrador del local Boliranas Santander.
Desde su invención, el principal objetivo siempre ha sido posicionar este juego como una solución de impacto para muchos bares, hostales, balnearios, tiendas y todo lugar que genera rédito por la estancia prolongada de su clientela.
Por eso, se han implementado 13 modos de juego, más de 7 voces que narran las partidas, sistema de cámara para captar fotos de los jugadores y hasta el ‘modo marrano’ el cual busca poner tenso a todo jugador que no afina su puntería.
Desde el 23 de abril de 2023, las boliranas ya son conocidas por los ciudadanos del área metropolitana, no al nivel de San Gil, El Socorro, Palmas del Socorro, Oiba y Barbosa.
Pero en La Cumbre son un furor y en el norte de Bucaramanga ya comienza a resonar la popularidad de aquel juego con el que sólo se necesita 6 balineras, 3 metros de distancia, una puntería aceptable y un buen ‘parche’ de amigos.
¿Cómo se juega?
Las boliranas son la evolución de las clásicas ranas. En vez de pequeñas herraduras, se juegan con 6 balineras que deben pasar por alguno de los 14 hoyos cuyo puntaje varía según el nivel de dificultad del tiro. La rana de esta máquina está hecha en acrílico y modelada por una impresora 3D, con esto se busca que el anfibio no se oxide al primer mes de uso.
El sistema operativo de la consola avisa a los jugadores cómo van los turnos y quien sigue. Además cada que un jugador falla los 6 lanzamientos, se activa una ruleta dispuesta a restar los puntos por ser ‘el marrano’ de la partida. Así que debe poner su atención en apuntar bien a la zona de impacto y que los balines se deslicen a la perfección hacia los puntos. El resto lo hace la máquina.