En junio de 2020, motivada por el confinamiento obligatorio y su instinto del rebusque, decidió que su negocio ambulante se establecería en el lugar donde reside.
Fueron 15 años de experiencias, risas y lágrimas que se compartieron en el parqueadero del barrio Ciudad Venecia. Años en los cuales la principal consigna fue brindarles estudio a sus 3 hijos: Robinson, Claudia y José.
Aunque los tiempos difíciles de la pandemia amenazaron con acabar el trabajo de Leonor y el de aproximadamente 5 millones de colombianos que se dedican a las ventas ambulantes, la hermandad que tiene con sus vecinos hizo que cruzarse de brazos no fuera una opción.
“Vecinos como doña Marlene tuvieron un lindo gesto de caridad, me regalaron un mercado y me respaldaron en la decisión de mover mi puesto a la casa” relata doña Leo, como es conocida cariñosamente en el sector.
En la calle 99 #14 -13, frente al constante movimiento vehicular de la Transversal Metropolitana que dirige hacia el Puente El Bueno, se fundó más que una minitienda, el ‘centro de esparcimiento de doña Leo’.
“Aquí uno viene a joderle la vida a la señora” confiesa entre risas don Pompilio Serrano, vecino del sector y el rival predilecto de las intensas partidas de dominó que se forman en la verja del centro de esparcimiento.
La comunidad ve en Leonor Hernández a esa vecina que nunca falla. “Aquí intento estar al servicio todos los días y los fines de semana contestó al llamado de algunos vecinos que desean algún producto de última hora, así sea la una o dos de la madrugada”, añadió la ahora tendera, con alma de vendedora ambulante.
A pesar de que hoy consigue aguja, hilo, distintos dulces, amasijos y hasta deliciosos tamales tolimenses, la realidad es que el tinto, chicles y cigarrillos son los productos que le dieron la oportunidad de seguir laborando en la ciudad bonita, después de dejar su natal San Vicente de Chucurí.
Se estima que en Colombia hay entre tres y cinco millones de corazones ambulantes que son catalogados como informales por distintas administraciones a lo largo del país. Hay una evidente falta de información sobre esta población, a tal punto que la Política Pública ordenó que el DANE realizara un gran censo con datos exactos.
A la hora de hablar de vendedores ambulantes, no todos cuentan con la oportunidad de trabajar desde casa como lo hace doña ‘Leito’, de hecho, están delimitados por el espacio reglamentado de un metro de profundidad, 1.80 metros de frente y 1.80 metros de altura.
Aunque en mayo del presente, 20 comerciantes de la ciudad dejaron atrás la ‘informalidad’ tras recibir uno de los nuevos locales del Centro Comercial Feghali en calidad de préstamo. 20 es una cuantía simbólica para un oficio con cientos de personas dedicadas al rebusque en ‘la bonita’.
Según el último informe de calidad de vida en el país, que utiliza los datos recolectados por el DANE, Santander es el segundo departamento de Colombia con mayor informalidad en temas de empleo, superando el 56 % y solo detrás del departamento del Atlántico (63,4 %).
Mientras se gestionan políticas públicas que cobijen significativamente al oficio ambulante en la ciudad, personas como Leonor Hernández Rueda seguirán trabajando día a día porque el ‘rebusque’ ni una pandemia lo para.