Con talento, trabajo y dedicación Julieth logró ver lo que otros no. Esta joven ingeniera Química, que divide su corazón por dos regiones, es boyacense pero profesa un inmenso cariño por Santander, identificó en un líquido la posibilidad de reducir los gases de efecto invernadero, que tanto preocupan hoy a la humanidad.
La travesía de Julieth Tatiana García Sánchez se fue forjando, como si se lo hubiera propuesto con método científico, paso a paso, transitando un sendero con muchas metas por alcanzar. Era el año 2015 cuando dio inicio a sus anhelos profesionales en Bucaramanga.
Desde el comienzo iluminó el camino con luz propia. Después de destacar con un excelente desempeño en sus pruebas de Estado, logró asegurar su ingreso a la Universidad Industrial de Santander, UIS, su alma mater, de la que se siente muy orgullosa y de la que habla todo el tiempo, como si el amor por el estudio, las fórmulas y los laboratorios fueran todo para ella, como cualquier santandereano habla de la universidad que identific
Se lo imaginó y le fluyó, logró graduarse como ingeniera Química y hoy se posiciona como una firme aspirante a un doctorado.
A pesar de su juventud, esta científica ha alcanzado logros notables. Recientemente fue galardonada con el prestigioso premio “Para las Mujeres en la Ciencia”, otorgado por L’Oréal y la Unesco, con el objetivo de promover el papel de la mujer en entornos científicos en todo el mundo y visibilizar la brecha de género en investigación en las ciencias. Su iniciativa se destacó, siendo seleccionadas solo 10 propuestas entre 200 participantes.
Este reconocimiento resalta su destacado aporte y compromiso en el ámbito científico y sigue abriendo el camino de las oportunidades para las mujeres en este contexto en Colombia, consolidándola como una figura prometedora en la comunidad científica nacional.
A propósito de su reciente reconocimiento como joven talento en la ciencia, Vanguardia buscó a Julieth en los salones de la Escuela de Ingeniería Química para conocer su visión y su proyecto, que busca, nada más y nada menos, aportar a una conversación que justamente por estos días sostienen los líderes más poderosos del mundo en la cumbre sobre el cambio climático, COP28: Cómo disminuir o controlar las emisiones de gases de efecto invernadero.
¿Cómo fueron sus primeros pasos en el camino que ha recorrido hasta hoy?
Yo soy de Tunja (Boyacá) y durante varios años me esforcé incansablemente para lograr muy buenos promedios académicos. Finalmente, logré ser beneficiaria del programa ‘Ser Pilo Paga’, y ahí tuve claro que mi deseo era cursar mis estudios en una universidad pública. A pesar de estar a solo dos horas de Tunja, Bogotá no era una opción viable debido a los costos y el estilo de vida que ofrecía.
Fue en ese momento cuando decidí que Bucaramanga no solo era una excelente alternativa, sino que la Universidad Industrial de Santander capturaba por completo mi atención.
¿Por qué se inclinó por Ingeniería Química?
Desde siempre fui el prototipo de la niña aplicada en el salón. Ocupé los primeros puestos durante toda mi vida académica. En quinto de primaria, recibí un reconocimiento en un concurso que premiaba a los mejores estudiantes, lo que me permitió ser promovida a sexto. Luego, en octavo, iba a ser promovida nuevamente pero mi mamá no lo permitió.
Siempre tuve una inclinación por todas las Ciencias, desde la Química hasta las Matemáticas; tenía muchas opciones para elegir. Finalmente, con mi puntaje, logré ingresar directamente a la Ingeniería que siempre había deseado estudiar.
¿En este camino de la formación profesional encontró alguna dificultad?
Realmente sí tuve una dificultad al principio con mi carrera porque cuando uno entra a estudiar Ingeniería Química piensa que va a ver Química y no es así, es lo que menos se aborda, es como una ingeniería de procesos y para mi fue caótico, entré en una crisis. En medio de esta situación, contemplé la opción de cambiarme de carrera, específicamente a Química. Sin embargo, luego de evaluar mi situación y mis metas, comprendí que no podía permitirme retrasos o pausas en mi camino. Opté por seguir adelante y fue en ese momento que encontré a mi actual director de tesis, quien se convirtió en un guía fundamental.
Fue gracias a este profesor que entendí que, dentro de la ingeniería Química, existía la posibilidad de involucrarme en la investigación, sin necesariamente dirigirme a trabajar en una planta industrial. Este cambio de enfoque me permitió encontrar mi camino y concentrarme en áreas de la Ingeniería Química que realmente me apasionaban.
¿Qué siguió entonces en el camino de la Ingeniería?
Me gradué en el año 2020, en plena pandemia y recibí mi diploma sin ceremonias ni fiestas, en la casa donde vivía en Piedecuesta. Con el deseo de continuar especializándome, tomé la decisión de postularme a un programa de doctorado. Ingresé como estudiante y, tras un año de dedicación, tuve la oportunidad de presentar mi examen, el cual me ha dejado en la posición de candidata a doctorado. En la actualidad, me encuentro aproximadamente a la mitad de este exigente pero gratificante camino hacia la obtención de mi doctorado.
¿Cómo llega a sus manos y cómo interpreta el Premio “Para las Mujeres en la Ciencia” que acaba de recibir?
Yo siento que es un reconocimiento a la dedicación, a las ganas de aprender y de ver las oportunidades. Yo siempre he hecho parte de los semilleros de investigación, era auxiliar de las materias del profesor Victor Baldovino y aprendí muchísimo. En ese tiempo empecé a hacer mi tesis y logré graduarme en los 10 semestres, ni uno más.
Durante la elaboración de mi tesis, mi codirectora me informó sobre la convocatoria de L’Oréal en colaboración con Uniciencias, Icetex y la Unesco, dirigida a mujeres que se destacaran en el ámbito de las ciencias y decidieran presentar un proyecto de investigación. Esta iniciativa evaluaba tanto el impacto del proyecto como la experiencia de las candidatas. Sorpresivamente, mi propuesta fue seleccionada entre las 10 ganadoras, destacándose entre otras 200 propuestas.
¿Qué implicaciones ha sentido que tiene una mujer al acercarse a la ciencia?
Entre todas las participantes llegamos a un tema en común, es el de lidiar entre la vida personal y la vida profesional, porque normalmente se dice que la mujer es la que tiene que estar en el hogar y, en un punto, cuando una mujer que se dedica a la ciencia, quiere tener familia y un hogar, básicamente tiene que decidir por una sola cosa porque es difícil encontrar ese equilibrio.
Además de eso, existe el hecho de que muchas personas aún no creen, de pronto, en una mujer dirigiendo un proyecto científico de gran impacto, entonces, es como esa desconfianza por parte de ciertos sectores. Ya es menos común, pero aún se ve.
Su proyecto fue reconocido justamente por tener un gran potencial de impacto en el objetivo de disminuir las emisiones que están causando el cambio climático, ¿de qué se trata?
La propuesta que he desarrollado representa una innovación significativa al centrarse en la creación de un método para la síntesis de catalizadores destinados a mitigar las emisiones de CO2.
Este enfoque implica el uso de un bio-alcohol como una alternativa al hidrógeno, cuya producción industrial conlleva la generación considerable de gases de efecto invernadero.
Esta parte de mi tesis no solo aspira a contribuir al avance científico, sino que tiene un objetivo más amplio y crucial: mitigar el grave problema del calentamiento global. Al proponer un método que reduce las emisiones y trata activamente las ya existentes, estamos dando pasos concretos hacia la construcción de un futuro más sostenible y resiliente frente al cambio climático.
¿Cómo se podría aplicar este proyecto a gran escala y cuál sería su impacto?
Básicamente, si llegase a darse y todos los resultados son favorables, lo que permitiría es reducir en gran medida la cantidad de gases de efecto invernadero, porque hoy en día hay muchas estrategias pero no hay ni una sola articulada, completa, entonces lo que nosotros ofrecemos es tener un único proceso en el que podamos directamente sacar el alcohol.
Lo más atractivo sería el etanol, porque podemos sacarlo de cultivos, de biomasa de residuos y de una vez coger ese alcohol y en una misma planta que produzca mucho CO2 capturarlo y tratarlo para producir un combustible o el metano, que es lo que usamos para calentar.
Esto permitiría de cierta forma disminuir la cantidad que se está emitiendo, entonces, se crea un círculo porque cuando quemamos ese metano que se produce, pues, se volverá a tener CO2, lo produzco pero así mismo lo uso para volver a generar combustible.
Podemos decir entonces que, desde Santander, emerge una iniciativa innovadora, alineándose con uno de los principales ejes de acción de la Conferencia de las Partes (COP) sobre el Cambio Climático y es la reducción de las emisiones de CO2. Este evento, que congrega a 196 países junto con la Unión Europea, UE, tiene como objetivo explorar este tipo de alternativas para abordar los factores desencadenantes del cambio climático.
¿Cómo maneja una joven científica su vida familiar, qué le dicen?
Mi familia está muy feliz y orgullosa en este momento, la mayoría somos mujeres y ha sido un desafío para todas nosotras salir adelante. Mi mamá, quien es madre soltera de cuatro hijos, ha enfrentado obstáculos, especialmente en términos de recursos.
Por esta razón, considero que este logro no solo es personal, sino que representa un triunfo para toda mi familia.
Mujeres marcando el camino de la ciencia en colombia
Con el propósito de destacar y honrar la labor llevada a cabo por las científicas colombianas, así como su valioso legado en la reducción de las brechas de género en el ámbito científico, L’Oréal Groupe, en colaboración con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, Icetex y la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Nacional de Cooperación con la Unesco, ha otorgado el Premio “Para las Mujeres en la Ciencia” a diez mujeres destacadas en diversas disciplinas científicas en varias regiones del país.
Además de Julieth Tatiana García, ingeniera Química de la Universidad Industrial de Santander, UIS, otras nueve mujeres provenientes de distintas regiones del país fueron distinguidas con el prestigioso galardón. Este reconocimiento se extendió a talentosas científicas en ciudades como Bogotá, Medellín, Pereira, Bucaramanga, Barranquilla y Popayán, llenando de orgullo a estas comunidades al ver a sus hijas recibir uno de los premios más destacados en el ámbito científico de Colombia.
Entre las galardonadas se encuentran: Ana De La Parra, bióloga, magíster en Biología y doctora en Toxicología Ambiental; Argelina Blanco, bióloga, doctora y magister en Biología; Swanni Tatiana Alvarado, bióloga de la Universidad Nacional de Colombia, con doctorado en Ciencias de la Vida de la Universidad de Avignon (Francia); Carla María Blanco, ingeniera de Alimentos y doctora en Biociencias, oriunda de Bogotá; Jeimmy Rocío Bonilla, ingeniera Agroindustrial, magíster en Diseño y Gestión de Bioprocesos; Paola Andrea Noreña, destacada docente y desarrolladora de proyectos de investigación en Ingeniería de Software; María Camila Pineda, fisioterapeuta, magíster en Salud Pública y estudiante del doctorado en Ciencias Biomédicas de la Universidad de Caldas; Yulieth Alexandra Upegui, microbióloga y bioanalista de Bogotá, magíster en Biología con énfasis en Manejo y Control de Enfermedades Tropicales; Laila Bernal zootecnista de Bogotá, con maestría y doctorado en el área de Nutrición y Sistemas de Alimentación Animal.
Estas mujeres brillantes han destacado en diversas disciplinas científicas, contribuyendo significativamente al avance de la ciencia en Colombia.