Las tiendas de antes le solucionaban cualquier problema que se le presentara. Si necesitaba una peinilla para mantener aquel peinado ‘talco’, se le tenía o si necesitaba una robusta pila D para la grabadora o la linterna, también se encontraban exhibidas en aquellas estanterías de madera café ‘anti-comején’.
“Y es que tienda es tienda” afirma confiadamente Javier Enrique Benavides López. Hijo de don Jose Vicente Benavides, pionero en la fotografía comercial de San Gil, vivió su infancia y adolescencia por las calles de La Perla del Fonce. A sus 15 años, cada semana santa tomaba fotos de parejas y familias para ganarse unos pesitos. En 1989, dijo adiós indefinidamente a la capital turística de Santander, esto porque le había salido un puesto con la Alcaldía de Bucaramanga.
No obstante, sus días trabajando en cubículos diminutos estaban destinados a acabarse cuando su tía Casilda, gran amiga de la familia Benavides López, le ofreció aquella tienda ubicada en la calle 45 con carrera 3 occidental.
El sí de Javier, significó el inicio de una historia que ya lleva 17 años y contando. Una historia que se cuenta de lunes a sábado y que comienza sagradamente a las 5 y media de la mañana.“ Aquí disfruto estar en contacto con las personas que madrugan a hablar y echar tinto, por eso intento tener a la mano productos que ‘desvare’ a la gente” comenta el tendero sanguileño.
A sus 58 años, la velocidad para hacer cálculos y la astucia para manejar cualquier situación tensa producto de algún cliente ‘mala copa’ son dos de sus mayores ‘habilidades tenderas’. Sin embargo, confiesa que “en tres o cuatro años voy a darle la oportunidad a alguien más porque hay que finalizar el ciclo y en la vida todo no puede ser trabajo”.
Esposo de Mary Luz Palomino, con quien lleva 25 años de casados y padre orgulloso de Diana Marcela, una muchacha trabajadora de 19 años, don Javier es la cara visible de aquella tienda en la que con solo entrar podrá recordar su infancia o aquellos años mozos que sí volverán, pero a su cabeza.
La ancheta decembrina
Cada sábado de diciembre, la Tienda Casilda sortea una ancheta familiar en la que encuentra la tradicional caja de galletas navideñas, crema de whisky, mezcla de buñuelo y natilla, enlatados, mixtos y demás surtido de la tienda. El valor del puesto por sábado es de seis mil pesos.
Es una tradición que tiene don Javier en su tienda y según cuenta: «muchos se inscriben de una vez a todos los 5 sábados”.