El temor que sentía Esperanza Navas Sánchez, fiscal primera seccional de Tibú, por el incremento de la violencia en esta población del Catatumbo, durante este año, y que en varias oportunidades se lo hizo saber a los altos mandos de la Policía y del Ejército, la llevó a pedir que de verdad se hiciera una estrategia contundente para recuperar la tranquilidad e identificar a quienes estaban detrás de toda la racha de asesinatos que hoy sacude a ese municipio.
Pero sus solicitudes jamás fueron escuchadas y esa violencia a la que ella le tenía miedo, ayer la alcanzó, justo dentro de su casa.
La fiscal, de 60 años, fue asesinada en la sala de su vivienda, ubicada en la carrera 8 con calle 7, del barrio Los Libertadores, de Tibú, antes de que el reloj marcara que era las 11:30 de la mañana.
Hasta la residencia de esa funcionaria judicial, que tenía a cargo más de 400 procesos penales por cultivos de uso ilícito y homicidios dolosos y culposos, llegaron dos hombres en una moto y la asesinaron.
Lo que las autoridades habían logrado establecer, hasta el cierre de esta edición, es que los asesinos entraron a la casa de la fiscal y, al parecer, después de cruzar unas palabras, uno de los hombres sacó una pistola y disparó contra ella.
Una vez cometieron el hecho, el pistolero y su acompañante se marcharon en la moto que dejaron estacionada al frente de la vivienda. Cuando los peritos forenses llegaron al sitio, hallaron cinco vainillas cerca al cadáver de la fiscal.
El Fiscal General de la Nación, Francisco Barbosa Delgado, aseguró que, “dos hombres ingresaron a la residencia y la atacaron, provocándole la muerte. Este hecho no quedará impune, por eso hemos designado un grupo de fiscales, investigadores, criminalísticas y médicos forenses”.
El retumbar de los disparos
Las detonaciones de varios disparos, se escucharon a más de tres cuadras a la redonda, y fueron el presagio de que nuevamente Tibú fue sacudido por el accionar de los grupos armados ilegales.
“Nosotros estábamos saliendo de la estación (de Policía) a patrullar, cuando sonaron los tiros, eso nos alertó y cuando comenzamos a averiguar dónde fueron, nos dijeron que era cerca de la Fiscalía”, contó un uniformado que hoy también siente temor por todo lo que sucede en esta población que está a casi tres horas de Cúcuta.
De inmediato, las autoridades armaron un dispositivo y salieron en busca del punto exacto del hecho y cuando iban rumbo a la sede de la Fiscalía, se enteraron de que el ataque fue dirigido contra la fiscal seccional, que era muy conocida por ellos.
En menos de cinco minutos, más de una veintena de uniformados, entre policías y soldados, se tomaron la cuadra donde vivía la funcionaria judicial, desplegando un fuerte dispositivo de seguridad, porque las autoridades ya saben que si no es así, se arriesgan a ser blanco de los grupos armados ilegales que hoy imponen su ley en Tibú.
Por más de dos horas, miembros de la Sijín se encerraron en la residencia de la fiscal Esperanza Navas para llevar a cabo la inspección judicial y recopilar algunas pistas que les ayuden a esclarecer este nuevo crimen en esta población y que envía un mensaje directo a las autoridades: quien se atreva a investigar algo de lo que sucede en Tibú, será asesinado.
Y es que el homicidio de la fiscal Navas no es el primer hecho que toca a las autoridades judiciales en esta localidad del Catatumbo: el pasado 6 de mayo fueron asesinados dos patrulleros y resultó herido un oficial de inteligencia de la Policía, y todo porque iban detrás de un jefe de la disidencia del frente 33 de las Farc.
Durante este año, en Tibú también han sido asesinados otros policías, en varios atentados, además de registrarse algunos ataques con explosivos y a bala.
Además de esos ataques contra la Fuerza Pública, en este municipio han asesinado a 35 personas en lo corrido de 2021, según cifras de Medicina Legal, sin embargo, esta estadística sería mayor, si se tiene en cuenta de que las autoridades no han reportado algunos homicidios.
Las mujeres también están en la mira de los violentos: en lo que va de este año han sido asesinadas 10 de ellas. Y lo peor de todo de esta radiografía es que hasta el momento no hay una captura de los responsables de estos hechos.
Dolor y confusión
Cuando se conoció la trágica noticia del homicidio de la fiscal, algunas amigas y compañeras llegaron hasta el frente de la vivienda para tratar de verla, pero los uniformados no lo permitieron por protección a la escena del crimen.
Las allegadas se mostraron confundidas por lo sucedido, pues no entendían cómo se registró el ataque, “porque ella era muy desconfiada, no le abría la puerta a cualquiera, eso fue que alguien que la conocía se prestó para que la mataran”, fue uno de los comentarios que se escuchó.
Además, se conoció que en el momento del ataque, Esperanza Navas se encontraba trabajando en algunos procesos que llevaba.
“Ella no iba a la Fiscalía, porque hace unas semanas le dio COVID y decidió encerrarse a trabajar en su casa, por eso era muy precavida. Esperanza era una gran persona, muy querida, no le hacía daño a nadie, solo se dedicaba a trabajar”, señaló otra amiga de la víctima.
Precisamente, cuando los peritos forenses llevaron a cabo la inspección judicial, luego de encontrar cinco vainillas en la entrada a la vivienda, se dieron cuenta de que encima de la mesa del comedor y en una silla había varos expedientes abiertos, los cuales estaba analizando la fiscal.
Entre los comentarios también se escuchó que Navas jamás señaló que tuviera amenazas, a pesar de llevar algunos años en Tibú. “El único problema reciente que nos enteramos es que hace unos días, cuando ella iba para Cúcuta en su carro, la pararon en uno de los bloqueos campesinos y como le requisaron el carro, se puso brava y les dijo que desde cuándo ellos eran autoridad para hacer eso, pero no pasó nada más”, contó una allegada de la víctima.
José Gamboa, presidente de Asonal Judicial, les exigió a las autoridades que se adelanten rigurosas investigaciones para esclarecer los hechos de violencia que se están registrando contra la mujer en Tibú, desde abril de este año.
El líder sindical aseguró que el asesinato de la fiscal Esperanza Navas debe generar labores exhaustivas para capturar a los responsables del hecho.
Gamboa también dijo que el crimen de la funcionaria judicial se cometió en una hora laboral, mientras adelantaba su trabajo desde su casa.
“Están estigmatizando a las mujeres por las relaciones que puedan tener. Hay un grupo que las está eliminando, ya sea porque se hablan con la Policía o por sus relaciones de un lado u otro, o por la forma de vestir”, dijo.
La ley del silencio
En medio de las pesquisas judiciales se conoció que Tibú es una población que está sometida a la ley del silencio y de la muerte, que han impuesto la disidencia del frente 33 de las Farc y el Eln.
Así como sucedió ayer con el homicidio de Navas Sánchez, cada hecho violento espanta a los tibuyanos y nadie se atreve a comentar qué está pasando o a dar alguna información que ayude a las autoridades.
“Acá es muy difícil adelantar una investigación, nadie habla. Para que la gente colabore es muy raro, todo el mundo tiene miedo y es entendible, pero así es muy difícil lograr capturar a los responsables de los hechos como este”, sostuvo una fuente judicial.
Dentro de ese temor que han impuesto los grupos armados ilegales en esta población, ningún comerciante de alimentos o tendero se atreve a venderle algún producto a la Policía o el Ejército.
“Acá hasta eso le tienen prohibido a la gente. Nosotros no podemos ir a una tienda a comprar una gaseosa, pues si lo hacen lo pueden matar. Nadie se atreve ni a lavarnos un uniforme o a prepararnos alguna comida, las señoras que teníamos para eso, les tocó irse porque las amenazaron de muerte, acá pareciera que nosotros fuéramos los bandidos”, señaló un uniformado, quien pidió reserva de su identidad.