A través de un comunicado, la guerrilla del Eln se atribuyó el asesinato de Joaquín Vergara, quien habría pertenecido a las filas del grupo armado ilegal y que murió en un ataque sicarial el pasado 19 de agosto en San Vicente de Chuchurí, mientras iniciaba el cese al fuego que se pactó en las mesas de diálogo con el Gobierno de Gustavo Petro.
En la carta de dos páginas, el grupo criminal dijo que el asesinato se produjo a raíz de una aparente traición por lo que explicaron que Vergara “fue merecedor de la pena capital”. Así mismo, el comunicado hace un recuento histórico para entender quién era Vergara.
Según el Eln, Vergara era conocido bajo el alias de “Timo” y estaba al mando de la Compañía Comuneros del Frente Capitán Parmenio; grupo que operaba en el Magdalena Medio. En el recuento de los hechos, la guerrilla resalta que Vergara desertó en 1993, pero se habría llevado dinero y bienes. “A partir de ese momento, inició una larga carrera delincuencial, adelantando planes y actividades con la inteligencia del Estado y la CIA para afectar de manera grave al Eln y a la población de la región”, se lee en el comunicado.
En ese sentido, el grupo criminal asegura que Vergara entregó información valiosa a las autoridades por lo que lograron adelantar un plan de persecución en contra de los guerrilleros en la época de 1990, en toda la región de Santander.
Así mismo, a Vergara lo acusaron de ser un informante del extinto DAS, la Fiscalía e inteligencia militar. “Jugó un papel de informante siniestro del DAS, la Fiscalía y la inteligencia militar. Realizó operaciones de información contra el Eln para captar mandos, guerrilleros activos y retirados, colaboradores, entre otros. También con su activa participación, la inteligencia del Estado adelantó una campaña de desprestigio de la causa revolucionaria y del Eln”.
El asesinato de Vergara
Mientras departía en un establecimiento de San Vicente de Chucurí, Joaquín Vergara, de 58 años, fue asesinado por sicarios hacia las 10:36 a.m. Las cámaras del lugar registraron la muerte mientras desayunaba con familiares en Casa Betania.
Vergara recibió varios disparos por las espalda y fue trasladado en una patrulla hasta el hospital más cercano, pero falleció a raíz de la gravedad de las lesiones.
Las autoridades ya lo habían referenciado como un exguerrillero y el Eln en su comunicado explicó que “en 1994, fue capturado por las autoridades gubernamentales mientras realizaba actividades delictivas y fue reclutado por el DAS y la Fiscalía como informante contra las estructuras del Eln y del movimiento social de Santander”.
Sin embargo, al momento del asesinato, Vergara estaría en calidad de civil, por lo que el asesinato podría ser considerado como una clara violación a las reglas estipuladas en el acuerdo del cese al fuego.
Así mismo, en la segunda etapa de negociación la premisa fue una sola: ni el Eln ni las Fuerzas Armadas del país atacan. A partir del 6 de julio quedó prohibido para ambas tropas dispararle a los adversarios que han combatido durante las últimas tres décadas. Además, no hay espacio a emboscadas, planes pistola ni operaciones militares con el objetivo de debilitar la guerrilla o las Fuerzas Militares del Estado. “Básicamente la orden es no atacar. No generarle daño al otro para afianzar la confianza y permitir que la mesa siga avanzando”, explicó el monseñor Héctor Fabio Henao, delegado de la Conferencia Episcopal de Colombia para las relaciones Iglesia-Estado y partícipe de la Mesa de Negociación.
Si cualquiera de los dos inflige ese primer paso, será una clara violación al cese bilateral que irá directo al Mecanismo de Verificación: una mesa técnica y humanitaria compuesta por la Misión de Verificación de la ONU y la Iglesia Católica.