Trece días han pasado desde que se derribara el Puente Antonio Nariño, ubicado en norte de Bucaramanga.
Con la caída de este paso elevado, atrás quedaron varios años de historia que tenía esta estructura metálica y donde se beneficiaban comunidades de barrios y asentamientos como: La Bendición de Dios, Brisas del Prado, Hacienda Río de Oro, Bavaria II, Los Parceleros y varias veredas del municipio de Girón.
Allí habitan cerca de cinco mil personas, muchas o la gran mayoría quedaron afectadas por la demolición del ‘Puente Nariño’, una decisión que los dejó incomunicados y ahora les generará mayores tiempos y posibles gastos a la comunidad y a los agricultores de la zona.
Q’hubo visitó este sector y vivió por un día lo que afrontan cientos de familias de esta zona, límite entre Bucaramanga y Girón.
Al llegar al lugar se vé la desolación.
A pocos metros de la vía central, la mirada está puesta en el horizonte y se observa el vacío que dejó la estructura.
Varias personas no entienden lo que sucedió y el por qué las autoridades les hicieron ese daño.
“La incertidumbre continúa. El paso para que los niños vayan al colegio, lo que tienen que caminar para salir a la vía central, los adultos mayores sometidos a un camino de herradura, la inseguridad que se presenta y muchos aspectos más que dejó este error del Gobierno al quitarnos esta vía de acceso”, comenta Mauricio Jaimes, líder social, de esta zona de la ciudad.
El ‘Puente Nariño’, una estructura de 9 metros de altura y 45 metros de longitud, fue demolida el pasado 29 de junio por funcionarios de la Alcaldía de Bucaramanga.
Este paso servía de corredor peatonal y vehicular para cerca de 5.000 personas ubicadas entre la vereda El Carrizal de Girón y Bucaramanga.
Según el Gobierno, la decisión se tomó cumpliendo el fallo Administrativo que “ordenó a los municipios de Girón y Bucaramanga realizar las apropiaciones y procesos contractuales para la adecuación o reestructuración del puente peatonal llamado Las Hamacas y el puente vehicular llamado Puente Nariño”.
Un ‘panorama oscuro’
Son varias las dificultades que la comunidad manifiesta, pues ya no cuentan con un paso vehicular y quienes buscan entrar o salir afrontan caminos largos y con panoramas oscuros.
“La movilidad de los niños es preocupante, quienes viven de Puente Nariño hacia abajo tienen que caminar tres kilómetros para llegar a la vía central. Hoy aquí hay un puente peatonal entregado el año pasado, pero muy lejos para muchos”.
“Traer mercancía, se vuelve una odisea, pues la comunidad tuvo que quitar las barandas del puente para que pasaran, al menos las motos y así el trayecto se volviera menos torturoso. Y un último problema es que no hay luz en los caminos destapados, ni en el puente y la inseguridad ya se tomó el lugar; la gente tiene miedo de salir cuando el día está aún oscuro”, comenta la comunidad.
¿Habrá solución?
Por el momento, líderes sociales de este sector ‘piden a gritos’ una ayuda a su abandono.
Muchos, ya hablan de un puente militar que se pueda instalar en la zona y así darle un ‘colchón’ a los problemas que se vienen presentando desde hace dos semanas.
Será un estudio realizado por técnicos del Ejército y la oficina de gestión del riesgo, los que determinen si en ese sector es factible ubicar un puente militar.
El líder Mauricio Jaimes hizo una llamado a las autoridades para que esta idea no se quede en proyectos, sino en realidades, pues son varias las personas que están arriesgando sus vidas al intentar cruzar el Río de Oro, afluente que bordea este paso obligado para cientos de familias.