Cristian José Guarepo Aparicio es un joven venezolano que lleva cuatro años en Colombia con una labor muy espiritual.
En el barrio La Cumbre de Floridablanca creó el Comedor de la Misericordia y ayuda a muchas comunidades.
“El objetivo es llevarle a las personas vulnerables, que están en condición de calles, personas que quizás están apartadas por parte de su familia, llevarle una palabra de parte de Dios que es nuestro principal objetivo”.
“Tratar de restaurar su vida social, su vida espiritual, su vida familiar por medio de la palabra. Y también le compartimos un almuerzo cada semana. Además, cuando tenemos la forma de cómo ayudarlos, les brindamos ropa usada, calzado, y en algunos casos, que vemos donde hay familias que tienen niños, los ayudamos con mercados”, comenta Cristian, quien hace su trabajo socio espiritual con una iglesia, al lado de su esposa y el ministerio.
Las donaciones
“Básicamente, nosotros somos autosustentables. Que las mismas personas de la congregación hacen su aporte en físico, en alimentos y ropa”.
“Ellos cada semana lo traen acá a la iglesia -en La Cumbre- y nosotros colaboramos con ellos. Y en otro caso, tenemos algunas personas que sí han colaborado con alimentos que ayuda para los almuerzos de ellos cada sábado”, dice Cristian.
¿Quiénes más trabajan?
Cristian cuenta que su equipo está conformado con personas de la iglesia, principalmente su esposa, Clarimar Freites, y un equipo del ministerio; jóvenes, personas adultas y algunos que se han resocializado.
Por el momento son 30 las personas que él ayuda cada fin de semana y se llevan un mensaje claro de cambio.
“Principalmente las personas que vienen son de la calle, viven en la calle, en una condición, muchos no tienen hogar, sí tienen familia pero tuvieron alguna dificultad”.
“Nosotros les compartimos muchas cosas, porque hemos visto la necesidad que hay y por esa razón nos hemos abocado en un cumplimiento que está en la palabra de Dios”.
“Cuando Jesús le dijo a los discípulos: tuve hambre y no me diste de comer, tuve sed, no me diste de beber, tuve frío, no me abrigaste…. ahí es donde yo considero que la iglesia ha sido llamada a hacer un trabajo social, no solamente espiritual, sino también social”, puntualiza.
¿Qué reciben ellos?
Cuenta que ellos -quienes se resocializan- llegan a partir de las 11:00 de la mañana y están en la sede de la iglesia del barrio La Cumbre.
“Nosotros los reunimos en una área que tenemos exclusivamente para ellos. Comenzamos a compartir con ellos un pan espiritual, una palabra, comenzamos a enseñarles cosas. Acá nosotros también tenemos una persona que es un psicólogo, que él también hace su aporte en la parte medicinal y en la parte clínica”.
“Luego hacemos oraciones con ellos, comenzamos a orar por su condición, por su familia, oramos para que Dios los bendiga, Dios los guarde, luego nos reunimos y compartimos un almuerzo”, dice.
Para Cristian el objetivo principal es que ellos se puedan regenerar, se puedan restaurar, “de hecho de 30 personas que tenemos, tenemos un 10% que ya están regenerados y están con nosotros acá en la iglesia. Tres, tres que ya salieron o están en el proceso de salir del alcoholismo. Todo es un proceso para el cambio”.
¿Proyectos futuros?
Queremos ejecutar a mediano plazo, aparte del comedor de Misericordia, un proyecto llamado el Buen Samaritano. Es un pasaje bíblico que está allí en la escritura. Éste tiene que ver con un comedor para niños, en un sector de acá del barrio La Cumbre que es bastante vulnerable, que está en un muy estado de pobreza, donde también el gobierno muy poco ha entrado a esos lugares y nosotros estamos entrando hace cinco meses, haciendo un trabajo y hemos visto la necesidad que se tiene”, puntualiza.