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Conozca quién atiende ‘Kiosco El Nono’ en el parque principal de Floridablanca

Pese a que el parque está algo abandonado y la falta de autoridades evidente, Manuel sigue su lucho como comerciante en esta zona de Floridablanca.

Los kioscos son conocidos por vender esos pequeños ‘antojos’ de la gente. Un tinto, las gomitas, el agua para refrescar el día y los periódicos que brinda información a diario.

En este sentido, en el parque principal de Floridablanca Q’hubo encontró a uno de ellos, que se ha mantenido y conserva la escencia de las tradicionales casetas populares.

Hoy lo atiende Manuel Guillermo Álvarez Castro, un ocañero que desde hace 50 años vive en estas tierras santandereanas.

Junto a su esposa, Virginia Quiroga, conservan un legado de quien fue dueño de este kiosco.

“Con el kiosco llevo cinco años, desde que el ‘Nono’ me lo arrendó. El Nono fue un señor llamado Jesús María Salazar, el dueño, quien ya falleció”.

“La caseta la recuperamos y aquí estamos trabajando y vendiéndole a la comunidad”, comenta este hombre, quien agrega que le dejó el mismo nombre de “Los Nonos”, pues siempre fue de ellos, y por eso conserva este apelativo.

Manuel Guillermo es de esos personajes echa’os pa’ lante, no se le arruga a nada y siempre le ha gustado trabajar.

Dice que siempre ha vivido del comercio y continúa arraigado en este sector.

“Hace cinco años llegué acá. Los antiguos dueños estaban muy enfermos y me propusieron coger el negocio. Me lo arrendaron y yo les dije que sí. Con mi esposa Virginia Quiroga lo atendemos y hoy mi vida es esta caseta” dice Álvarez Castro.

Es un tendero chévere, los clientes lo manifiestan. Trabaja 12 horas continúas, pues abre desde las 6:30 a. m. y les brinda a los clientes lo ya tradicional: periódicos, revistas, aromática, confite y su producto estrellla: un ‘tinto retrechero’.

“A mi me conocen acá por los productos naturales que comercializo. artículos que sirven para la gastritis, el colon y muchas más enfermedades. El ‘tinto retrechero’ es un reactivador de células para el cuerpo. Cerca de 20 años vendiendo este producto, muchas personas dan fe de los beneficios”, comenta.
Frente a los clientes del parque dicen que son exigentes, pues siempre quieren lo mejor.

“Aquí el cliente favorito es el pensionado. Ellos se sientan acá, se toman su tinto, leen y echan historias”.

“Este kiosco está bien ubicado, pues tiene la Alcaldía a un costado, de frente la iglesia y al otro sector la plaza de mercado. Los fines de semana es la mejor venta, por el momiviento que se ve”, dice.

Finalmente dice que vender Q’hubo ya es una tradición, pues muchas personas llegan, lo compran y con un tinto se ponen a leer.

Sí, es un hobby que ya tienen los clientes. Les gusta; unos leen las judiciales, otros las locales, hay quienes vienen se sientan y llenan el crucigrama y los juegos de Aurelio.

Manuel espera continuar con este negocio por muchos años o hasta que el gobierno se lo permita.

“Estoy al pendiente de seguir con el kiosco, pues dependerá si el parque entra a remodelación o no. El Q’hubo me lo contará…”, finaliza.

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