Hacer felices a los niños es el propósito de la fábrica de disfraces de Coronil Pardo y María Flórez, que se ha sostenido por más 18 años en el barrio Manzanares.
Por esta temporada, pueden elaborar más de 10.000 atuendos. Eso sí, gracias a la constancia que le ponen a este trabajo. Con una jornada que va desde las 7:00 a. m., hasta las 10:00 p. m.
Y es que estos ‘duendes de los disfraces’ trabajan al ritmo de las hormigas, cortando, cosiendo y pegando botones, en tiempo récord.
El primer disfraz
La historia de esta gran fábrica santandereana empezó por un disfraz artesanal. “Cuando mi hija tenía dos años, yo quise hacerle un disfraz de princesa. Entonces pedí prestado un modelo, lo copié y lo armé con una máquina de coser familiar”, contó María Esther Flórez.
Ella no imaginó que este traje le gustara tanto a su marido como para que él decidiera traerle más telas e insumos.
“Llegó a la casa con mucha tela y materiales. Me propuso que hiciera más disfraces y los vendiera”, agregó.
Fue así como María hizo la primera docena de atuendos que se vendieron como pan caliente. Al darse cuenta del éxito de esta venta, Coronil le trajo más material y así comenzaron los negocios.
Cambió su empleo
El talento de su esposa y el progreso de las ventas convenció a Coronil de dejar de vender en una tienda de ropa y emprender.
“Esta fábrica nos ha dado el sustento de nuestra familia. Agradecemos a la temporada de disfraces por hacernos crecer”, dijo Pardo.
Lo cierto es que esta empresa despegó hace 10 años, llegando a más ciudades, pues esta fábrica de disfraces distribuye a tiendas del resto del país.
“Incluso hay personas que compran para enviarle a familiares en otros países”, dijo Coronil.
Una fuente de empleo
A medida que la empresa ha crecido, también se ha dado la licencia de contratar mujeres que se han sumado al proceso de elaboración, aprendiendo otros procesos como coser, cortar, o medir.
Este es el caso de Yarley Díaz, quien lleva 10 años trabajando con la empresa. “Yo vivía en frente de la fábrica, y la señora me dijo que podía despeluzar. Después, ella me enseñó a coser y por eso ahora puedo hacer esta labor”, afirmó.
Aparte de Yarley, en esta empresa trabajan dos mujeres más, incluso, una desde su hogar, pues este empleo les permite esta modalidad de trabajo en casa.
Para este par de esposos, la fábrica seguirá siendo su sueño y razón de ser. Por lo que esperan crecer más y así poder brindar oportunidades de empleo para la región.
Si usted está interesado en comprarle su disfraz puede comunicarse con Coronil Pardo al 3123065779 o buscar Disfraz mágicos @Disfracesmagicos_col en sus redes sociales.