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Lebrija tiene su propia cerveza artesanal: ‘La Chiquita Brava’

Esta bebida fue realizada por Juan Camilo Barajas, un estudiante universitario que quiso rescatar la tradición de la piña Pelonera.

En cada sorbo de esta cerveza se vive la tradición del cultivo de la piña Pelonera. Su sabor entre dulce y amargo, la convierten en un símbolo del trabajo de los campesinos de Lebrija.

Esta también es la historia de su creador: Juan Camilo Barajas, un estudiante del agro que junto con su padre, le dieron vida a su tradición a través de esta bebida.

‘La Chiquita Brava’, como han bautizado a esta bebida, nació como un proyecto universitario pero encarna también los 20 años de labor en las veredas de este municipio.

“Quise representar en una cerveza la tradición que tenemos con mi padre de sembrar la piña tradicional de Lebrija”, contó.

Para este joven es muy importante rescatar esta variedad de piña, que fue la primera que se sembró en el municipio y que, en los últimos años, ha sido desplazada por la oro miel.

El amor por Lebrija

La idea de producir esta bebida nació también de una identidad regional. Por eso su nombre alude a la forma de ser de la mujer santandereana. “Las santandereanas, por lo general, son pequeñas y tienen un carácter fuerte. Por eso elegimos el nombre ‘Chiquita Brava’”, explicó Barajas.

Además, de representar el carácter de las mujeres, este nombre también le hace justicia a la bebida, pues su contenido es inferior al de una cerveza común, sin embargo, tiene un alto grado de alcohol.

“Cada botella contiene 300 mililitros, 30 menos que una cerveza convencional, pero también tiene seis grados de alcohol”, indicó el estudiante.

Un proceso artesanal

Para conseguir estas características, el proceso de esta bebida es totalmente artesanal. El método es la fermentación y la adición de sustancias que consiguen que ‘La Chiquita Brava’ engañe a su consumidor, con su agradable sabor.

“La persona no imagina que esta cerveza tenga tanto alcohol, porque no es amarga al paladar”, argumentó Barajas.

La primera vez que intentaron convertir la piña en cerveza, usaron 20 pimpinas de plástico para fermentar las piñas maduras y la cebada.

Tras tres intentos, sus compañeros universitarios y él presentaron la versión final de la bebida. “Los profesores de la Universidad Industrial de Santander apoyaron el emprendimiento y así pudimos comercializarla”, contó el joven.

Cada cerveza cuesta 8.000 pesos. Sin embargo, la mayor parte de los pedidos los han hecho restaurantes que han adquirido lotes hasta de 500 unidades.

Por otro lado, ‘La Chiquita Brava’ ha seducido a más compradores mediante las redes sociales, a quienes la curiosidad los ha motivado a probar esta bebida de origen campesino.

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