Cuidar la niñez es asegurar el futuro. Ese es el objetivo de la Fundación Chikimanía, que se ha encargado de proteger y hacer crecer esas ‘semillitas’ que surgen en sectores vulnerables.
Durante 7 años, esta entidad sin ánimo de lucro ha prestado los servicios de cuidado a niños de 2 a 5 años, en el norte de Bucaramanga.
Carolina Suárez, coordinadora de la sede de San Miguel, contó que esta organización surgió gracias a la buena voluntad de Cecilo Vera Rojas, más conocido como ‘Gigio Vera’.
“El fue el promotor de esta idea, que luego fue apoyada también por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar” , agregó la coordinadora.
Ahora, esta fundación se convirtió en un Centro de Desarrollo Infantil, que es monitoreado por el ICBF.
Desde sus tres sedes, acompañan a 685 niños de estratos 0,1 y 2. Sus padres no tienen que costear nada. Las actividades son totalmente gratuitas y lo mejor, los niños reciben refrigerio y comidas, de acuerdo a sus necesidades de nutrición.
“Cumplimos con el 70% de nutrientes que el niño debe recibir. Lo que significa que el hogar solo debe cumplir con ese 30% restante. Tenemos una educación enfocada en el cuidado, por esto contamos con una nutricionista que asesora este proceso”, explicó Suárez.
La red de apoyo
Chikimanía se ha convertido en la red de apoyo de esos cuidadores cabezas de familia, que no tienen dónde dejar a sus pequeños, ni cómo sostener una guardería.
“Somos una entidad confiable. Mamás, papás, abuelos, tíos, se sienten agradecidos por la labor que hacemos. Porque nos hemos convertido en su familia. En ese familiar que puede cuidar al bebé de la casa”, agregó Carolina.
Atención psicológica
Por otro lado, esta fundación presta la atención psicológica tanto para los niños como para sus responsables.
Esto se hace con el fin de evaluar qué aspectos se pueden mejorar en familia. Conocer cuál es el contexto que vive el menor en casa.
“La idea es fomentar una crianza sana en la que los niños se mantengan alejados de las formas de violencia en la que muchas veces está sumergido el barrio o el sector en que viven”, señaló la coordinadora del CDI.
Por eso, en esta Fundación a los niños se les enseña a relacionarse con los demás. No solo a adquirir conocimientos, sino a saber expresar sus emociones.
Para Juliana Nuñez, una de las maestras del CDI, esta experiencia ha sido muy enriquecedora. “Es gratificante poder servir a los niños y saber que nuestra enseñanza los mantendrá a salvo de los peligros actuales”, agregó la maestra.
El impacto de esta fundación ha sido tan grande que se han quedado sin cupos para varios niños. “Nosotros quisiéramos recibirlos a todos, pero no podemos. Esperamos seguir creciendo”, finalizó Carolina.