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A disparos asesinan a un hombre en el Norte de Bucaramanga

Debió ser un odio acérrimo, visceral. Rabia irracional la que tenían los tres asesinos que querían arrebatarle a William Jaimes su más preciado tesoro, en la flor de la juventud, de sus 21 años: la vida.Sabían que estaría entregado al romance, en la mansedumbre que genera ir asido de la mano de un amor. Lo […]

Debió ser un odio acérrimo, visceral. Rabia irracional la que tenían los tres asesinos que querían arrebatarle a William Jaimes su más preciado tesoro, en la flor de la juventud, de sus 21 años: la vida.
Sabían que estaría entregado al romance, en la mansedumbre que genera ir asido de la mano de un amor. Lo asaltaron a media noche en una silenciosa calle del barrio El Pablón en las últimas horas del día, también de su existencia…
Caminaba por carrera 11 con 61 con su compañera sentimental. Hacía 6 meses había llegado a ese sector en el Norte de Bucaramanga.
El ataque perpetrado por aquel trío criminal que se movilizaba en dos vehículos, fue determinante. Una cuenta pendiente que debía ‘saldarse’, lo persiguió hasta su nuevo domicilio.
Varios disparos se escucharon en la zona. El plomo incandescente cruzó a diestra y siniestra todo cuanto se encontró en el camino… hasta su famélica humanidad.
Las rejas de algunas casas quedaron horadadas, marcadas con los impactos mientras el tintineo de los casquillos marcaba cada fogonazo al caer sobre la vía.
El asesinato
Los alaridos de la indefensa enamorada que iba con Jaimes hicieron eco a los disparos.
“Salí a mirar, pero cuando vi los tipos con armas me entré. Pudo haber una bala perdida”, manifestó un testigo.
Iba con su novia cuando fue acorralado por estos sujetos. Le dispararon sin cuartel.
“Ella gritaba y corría de un lado a otro, buscando ayuda. Hasta que la Policía llegó… ya para qué. Se lo llevaron. Iba muy mal. Como que tenía hasta un tiro en la cabeza”.
Otros afirman que William iba con la mujer y dos niños quienes al ver que los amenazaban, él habría pedido que no los involucraran. Esa reacción desató la furia de los pistoleros. Luego, saciada la bilis del rencor, los ‘pillos’ se embarcaron de nuevo en los vehículos y huyeron.
William llevaba poco en el sector con su mamá. Una que otra vez lo vieron vendiendo frutas y verduras puerta a puerta. Poca se sabía de pasado reciente. Pero lo mataron y, entre dientes, dicen que fue un lío por estupefacientes…

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