Negociantes, eso son los guías de deportes de aventura en la provincia guanentina. El salario, la frecuencia de pago, la seguridad social, depende de la capacidad que tenga cada uno para establecer el acuerdo verbal con las empresas operadoras de turismo.
Aunque este no es un ejercicio que se repite con todas las operadoras, sí pasa con la gran mayoría. No hay contratos firmados, solo el compromiso de parte y parte. Así se pudo corroborar después de hablar con algunos deportistas dedicados a acompañar y cuidar a los turistas en las diferentes actividades.
Omar Alonso Ballesteros Durán, guía de canotaje y otras actividades desde 2010, explicó que así se trabaja con la mayoría de las empresas y es algo de siempre, “de toda la vida”.
En la negociación con el propietario de la empresa, las partes deben definir si se incluye una póliza de riesgo por si ocurre algún accidente o se paga la seguridad social y como es la participación en este rubro, “cada uno se encarga de eso, depende de a que negociación se llegue”, dijo el deportista.
“Hay algunas empresas que si apoyan en parte, otras que les pagan todo. Varios empresarios lo han tomado como debe ser, no son todos.
Hay gente que está cumpliendo y sería genial que en unos años todos lo hicieran”, dijo Jaime Hernández Mancera, guía de turismo.
Ese escenario hace parte de la informalidad que tiene la industria del turismo en la región y que atenta contra el desarrollo de la misma.
Sergio Gutiérrez, propietario de Parapente Chicamocha, uno de los empresarios líderes del municipio en cuanto a formalidad y competitividad, explicó que desafortunadamente el sector se acostumbró al ‘regateo’ en los precios, eso hace que algunas empresas trabajen con margen de ganancias mínimos y de ahí se suman una serie de cosas.
“Al no estar contratados adecuadamente se perjudica a las empresas que contratamos bien al personal, porque esa informalidad es una ilegalidad, se les hace fácil bajar las tarifas, jugar con los precios y se está perjudicando al gremio y a sus trabajadores”, dijo el empresario.
Esa informalidad se detecta sobretodo en épocas de temporada alta en donde muchos salen a las calles a ofrecer servicios sin garantías, aprovechando la época, explicó Hernández, uno de los guías certificados de la región.
El año pasado, durante la pandemia, cerca del 90% de los guías de turismo no estaban certificados. Desde ese momento, cerca de 60 nuevos guías iniciaron el proceso con el Sena.
El dilema con estos títulos es que aparte de la garantía que se le da a los turistas, los ingresos no varían y un guía certificado gana lo mismo, esté o no esté certificado, evidenciando la falta de políticas claras, aseguraron Ballesteros y Hernández, dejando claro que las personas dedicadas a esta actividad tienen el conocimiento y la experiencia, que al final es lo único que se necesita.