Un grupo de diez mujeres de asociaciones rurales de San Gil llegaron ayer hasta Barichara para conocer todos los detalles de un cultivo de tomate orgánico en invernadero.
La siembra que se desarrolla desde hace un año y medio con sistema de recolección de aguas lluvia que luego sirve para el riego del cultivo bajo cubierta quiere ser replicado en las veredas del occidente sangileña.
Rafael Acosta Wandurraga, secretario de desarrollo de San Gil, explicó que la participación de las mujeres en este ejercicio hace parte del fortalecimiento de los procesos de asociatividad rural en el municipio, acercándolas a implementación de nuevas alternativas de producción rentable.
El ejercicio en la fina La Meseta de la vereda El Llano de Barichara y apoyado por Coomultagro, es de vital importancia para el agro sangileño, puesto que se desarrolla en medio de una importante dificultad para el acceso al agua, una condición que con frecuencia se repite en las veredas La Laja, Guarigua Bajo, Guarigua Alto, Olla de Monas y Chapala de San Gil, de donde son las mujeres que asistieron a la jornada.
Durante la jornada, Maria Luisa Sandoval Pérez, destacó la importancia de conocer esta clase de alternativas productivas , que pueden ser replicadas desde las asociaciones desde donde se trabaja en propuestas amigables con el ambiente y sobre todo, rentables para la economía de las familias campesinas.
Precisamente, las asociaciones rurales de mujeres se están transformando en un ejemplo en el agro sangileño. La semana pasada ocho asociaciones rurales presentaron con el apoyo de la secretaría de Desarrollo Económico ocho proyectos productivos ante la Secretaría de la Mujer y Equidad de Género de la Gobernación de Santander.
Las propuestas fueron socializadas en el marco de la convocatoria de ‘Implementación de acciones para el empoderamiento económico sostenible de proyectos productivos individuales y/o asociativos, impulsados por mujeres’ que se desarrolla a nivel departamental.
El secretario de Desarrollo Económico destacó que las propuestas en san Gil vienen ya en ejecución y se busca fortalecer estos procesos asociativos, cada uno con una aspiración de recibir $15 millones, la máxima dentro de la convocatoria departamental.
Los recursos se usarían básicamente en la compra de equipos y lo más importante es que las asociaciones no recibirían la inversión en especie, no en dinero en efectivo.
Por ejemplo, Acosta explicó que en los programas más adelantados, como el de la producción de pan de las mujeres de Guarigua Bajo, las gallinas ponedoras de la vereda El Tabor y la producción de café en la vereda Puente Tierra, la implementación de tecnología es fundamental para mejorar la productividad y la calidad en cada uno de los procesos.