Cada vez es más usual que la comunidad se una para darle un “castigo” a aquellos amigos de lo ajeno. Sin embargo, en esta ocasión se registró un caso completamente distinto a los que normalmente acontecen en el país.
Y es que, en la mayoría de veces que los ladrones son alcanzados por los habitantes del sector aledaño al hecho, suelen ser aprehendidos con golpes, patadas, empujones, etc. Pero, en esta oportunidad sucedió todo lo contrario.
La víctima se encontraba en una calle de esta ciudad, cuando inesperádamente fue sorprendido por un sujeto motorizado, quien se acercó con cautela y le rapó el celular de sus manos.
“Mi papá lo que hizo fue pedir que a esta persona se detuviera o la detuvieran, que se resbalara en la moto o que se le cayera el celular, porque la verdad es una herramienta de trabajo, dijo que si era de perderlo, pues que se hiciera la voluntad del altísimo”, relataron los familiares del ciudadano a medios locales.
Así las cosas, el ladrón se apropió del dispositivo móvil y emprendió huída, ante esto, el afectado no hizo ningún esfuerzo por perseguirlo, sino que siguió su trayecto esperando que algo sucediera. Justamente unas cuadras más adelante, el hampón perdió el control de la moto y terminó cayéndose al pavimento, proporcionándose un fuerte golpe. En ese instante, la víctima del robo llegó al punto y lo abordó.
Aunque todos los habitantes en ese momento pensaban que iba a golpearlo como represalia por sus actos, la víctima sorprendió al hacer todo lo contrario. Se acercó con cautela, tomó su cabeza y empezó a orar por él.
Este acto causó diferentes reacciones entre los transeúntes quienes esperaban otra cosa. Para algunos este fue un claro ejemplo de la presencia de Dios y el autocontrol ante las emociones de la ira y el rencor; en cambio para otros, era necesario aplicarle la “paloterapia” y así darle un escarmiento “verdadero”.
