Con globos, flores y carteles le rindieron un sentido homenaje a Karina Pinto Oviedo, en el Carmen de Chucurí. La recordarán por sus bellos ojos claros, expresivos, llenos de vida e ilusiones, apagados de forma cruel por fue su pareja durante una década, el padre de sus hijos.
No hay nada que mitigue el dolor que atraviesa la familia Oviedo Pinto. Dos pequeños de 10 y 11 años quedaron huérfanos por el atroz desenlace que tuvo el crimen.
Ayer, mientras en el coliseo del Carmen de Chucurí velaban a Karina, las autoridades confirmaron el hallazgo del cuerpo sin vida de Leísner Duitama, el autor del vil crimen.
La asediaba el horror
Desde hacía varios meses las diferencias habían separado a Karina y Leísner; pero él no lo aceptaba.
Esa ‘locura’ con la que acosaba e intimidaba a Karina, lo hizo perder todo juicio el sábado pasado, hacia las 9:00 de la mañana, cuando se le atravesó en el camino, sacó un cuchillo y la hirió. Luego huyó en una motocicleta.
Karina tuvo alientos para andar unos siete metros, pedir auxilio, pero finalmente se desgonzó.
Sebastián Oviedo, uno de sus primos, llegó en su ayuda, pero era tarde. Nunca lo olvidará.
Karina era la ‘luz de los ojos’ de Miriam Oviedo, su mamá. Hace 28 años perdió a su esposo, también fue asesinado.
Ahora trata de encontrar la fuerza para sobreponerse a la pérdida de la menor de sus siete hijos. No hay enmienda a tal sufrimiento.
“Como familia nunca nos imaginamos que tuviera el valor de asesinar a la mamá de sus hijos. Nunca supimos de que fuera violento, solo hasta que pasó la tragedia nos enteramos que la acosaba”, expresó Sebastián.
Karina trabajaba en el parque principal del pueblo, en juegos infantiles.
Todos la conocían como “la muchacha de los ojos bonitos”.
La admiraban por ser madre cabeza de hogar, por ser trabajadora y entregada a su razón de ser, su hija y su hijo. Hasta ese sábado…
