Wilson Steven Niño Tarazona, de 32 años, figuraba en la misma condición en la que viven otras 1.399 personas en Bucaramanga: de ‘ambulantes en las calles’.
A los 14 años probó el bazuco y el pegante bóxer. Una vez que entró al mundo de las drogas ya no pudo dejarlo. Se volvió un adicto.
No volvió al colegio, quiso ‘internarse’ en los callejones en búsqueda de saciar sus ansias.
Su madre y su hermana intentaron sacarlo de ese camino de perdición. Lo ingresaron muchas veces a rehabilitación pero siempre fracasaban en el intento.
“Él se escapaba y volvía al vicio. Hicimos todo lo posible”, contó a Q’hubo Yuly Alejandra Ballesteros Tarazona, hermana de Wilson.
Hace 8 años murió su mamá y aunque su hermana y su padrastro quedaron al pendiente de él, solo llegaba a la casa a dormir de vez en cuando.
Luego de más de diez años de ser consumidor las drogas le empezaron a pasar ‘cuenta de cobro’ a Wilson.
Se lo llevó el bazuco y la diabetes
Desde hace varios días Wilson se quejaba de fuertes dolores en el cuerpo que le causaban la diabetes, enfermedad que sufría al igual que su mamá.
Al parecer empeoró debido a su condición hasta sufrir la fatalidad. El viernes en horas de la mañana su padrastro lo halló muerto, recostado sobre un sofá.
El CTI de la Fiscalía acudió hasta la vivienda, ubicada en la Manzana C del barrio Girardot.
El cadáver no presentaba signos de violencia, pero su muerte no pudo ser establecida por lo que fue trasladado a Medicina Legal para el dictamen forense.
Algunos rumores indicaban que a Wilson le habrían dado veneno pero todo indicaría que su muerte habría sido natural por su patología.