Hace dos años la vida de la familia de Juan Pablo Castillo Esper cambió para siempre, fue secuestrado y asesinado en cautiverio mientras que sus seres queridos guardaban la esperanza de volver a tenerlo entre ellos, pero nunca fue así. No regresó.
Sus captores fueron capturados durante el operativo de rescate, pero dos años después no han sido condenados. Quienes aún llora la ausencia del ganadero piden a las autoridades justicia y celeridad en este proceso, porque temen que aquellos ‘infames’ queden en libertad por vencimiento de términos.
“Hacemos un llamado a la Procuraduría y Fiscalía para que revisen el caso, porque lo que está pasando con las audiencia no tiene justificación, si no se enferma el abogado se enferma el capturado. Siempre hay un pero. Lo único que quieren es dilatar el proceso”, manifestó Jonathan Ruiz, cuñado de Juan Pablo.
Aseguró que piden- si es posible- designar otra fiscal para este caso que le dé celeridad para que estos asesinos paguen por el daño ocasionado. Necesitamos que se comprometa y que no dejen que se vulneren los derechos de la víctima”. Sus hijos de 8 y 15 años y su esposa con la que compartió 19 años no se reparan de la pérdida.
Trágica historia
Juan Pablo, quien residía en Bucaramanga, fue secuestrado el 28 de febrero de 2020, hacia las 7:00 de la noche, cuando hombres fuertemente armados llegaron hasta su finca en San Martín, Cesar, donde luego de amordazar a los vivientes, se lo llevaron con rumbo desconocido.
Tras el secuestro, los delincuentes comenzaron a llamar a la familia a la que le exigían 2500 millones de pesos por la liberación.
Para presionar el pago, enviaron varias pruebas de supervivencia en las que se le veía cansado, según relató Jonathan en ese entonces. “En las imágenes se veía atado de manos y cuello con cadenas, vistiendo prendas militares. Nos decía que buscáramos la plata, que quería salir ya, que estaba cansado, había caminado mucho por montañas, que le dolían mucho las piernas”.
Todo estaba pactado, los familiares del ganadero, de 50 años, estaban dispuestos a pagar por su rescate; hermanos de Castillo viajaron a Ocaña donde sería entregado el dinero para que Juan Pablo fuera liberado después de cuatro meses de secuestro.
Sin embargo, algo falló. De manera simultánea, en zona rural de Río de Oro, Cesar, hombres del Gaula se adentraron en la zona donde tenían secuestrado a Castillo. Al notar la presencia de las autoridades, los delincuentes tomaron la decisión de acabar con la vida del secuestrado, propinándole un tiro de gracia mientras permanecía amordazado, atado de pies y manos y en muy malas condiciones dentro de un cambuche. Durante el operativo siete personas fueron capturadas.