Preocupados porque Sergio Andrés Díaz Blanco no aparecía, su hermana decidió publicar una foto para pedir que si alguien lo había visto, se comunicara con ellos.
Luego se enteraron de que había perdido la vida en al accidentarse en una camioneta. El joven de 22 años estaba próximo a graduarse de arquitectura en la Universidad Santo Tomás.
A las 8:59 de la noche, Sergio Andrés Díaz Blanco, de 22 años, salió de su casa en el barrio Primero de Marzo de Floridablanca, a bordo de una camioneta Chevrolet.
Era la camioneta de su hermana y era habitual que Sergio la tomara prestada para dar una vuelta. Pero no era normal que no llegara a casa a dormir.
Preocupados porque Sergio no aparecía, su hermana decidió publicar una foto para pedir que si alguien lo había visto, se comunicara con ellos.
“Desde anoche no lo encontramos. Está con una gorrita, camiseta blanca, pantaloneta y tenis blancos. Iba en una Tracker blanca de placa UEY652, de Oiba”, se lee en la publicación.
Quedaron devastados cuando escucharon la noticia de un fatídico accidente de tránsito ocurrido en el sector de Curos, en la vía Bucaramanga- San Gil.
Con el número de placa de la camioneta involucrada en el siniestro, confirmaron que se trataba de Sergio.
¿Qué pasó?
El accidente fue reportado a las 4:30 de la madrugada del miércoles, en el kilómetro 66+550, en la vereda El Manco.
Sergio se movilizaba en sentido Piedecuesta-San Gil y al parecer sufrió un microsueño que lo hizo perder el control del vehículo y resultó chocando contra el troque trasero lateral izquierdo de un tractocamión que se dirigía hacia la Costa.
La Tracker se salió de la vía y quedó en un pastizal. Con el frente totalmente destrozado, hecho latas.
Sergio quedó aprisionado dentro de la cabina. Murió al instante, producto de los múltiples traumas.
Estaba a punto de graduarse como arquitecto
Sergio era oriundo del municipio de Oiba, Santander.
Sus padres son dueños de un reconocido hotel del municipio. A Sergio lo recuerdan como un joven humilde, juicioso y dedicado.
Le gustaba el deporte y no era de los que se emparrandaba o tomaba alcohol.
Estudiaba arquitectura en la Universidad Santo Tomás, en Bucaramanga. Le faltaba poco para obtener el título de profesional.
Su funesta partida conmocionó a los habitantes de Oiba.
