Hacía dos semanas que Alirio de Jesús Alvarado, de 83 años, se había mudado de su finca en la vereda Los Laureles de Santa Rosa. Allí vivió toda su vida con su familia hasta que se separó.
Sus hijos crecieron e hicieron sus vidas, y él se quedó solo, resistiendo las ‘penurias’ de la edad.
Aunque gozaba de buena salud, pasaba días sin comer, por eso su hija le pidió que se fuera a vivir con ella al pueblo, para estar pendiente.
La tarde del domingo 14 de marzo, Alirio salió de su casa sin dar aviso.
“Ese domingo se quedó con mi hijo que lo llevó a misa, salió solo un momento y cuando volvió ya no estaba”, contó Martha Alvarado, su hija.
Unas aves de carroña que rondaban en un predio cercano al aeropuerto anunciaron la tragedia que parecía esperarse, luego de varias días de intensa y desesperada búsqueda.
“…Estaba en el trabajo y fue mi esposa quien me llamó para decirme que la vecina la había llamado a decirle que había muchos gallinazos por el lado de los linderos de mi finca… el cuerpo estaba boca arriba y con las manos abajo, sin zapatos”, dijo.
Estaba abatido
“El 9 de marzo estuvimos en el entierro de un cuñado a quien quería mucho. Casi no hablaba pero comía bien, salía a caminar al parque y regresaba”, expresó su hija.
El último rastro con vida de Alirio de Jesús quedó registrado en videos de cámara de seguridad, se le ve caminando tranquilamente por el sector de Las Ferias.
Por ahora no se sabe con certeza qué ocurrió. La Sijín trasladó su cadáver en avanzado estado de descomposición a Medicina Legal de Bucaramanga para establecer cuáles fueron las causas del deceso.
Hay quienes presumen que se habría perdido y no soportó las inclemencias y el hambre; otros señalan que quizás solo se “fue”.