Todas las llamadas quedaron sin contestar el viernes y los suyos supieron que algo no estaba bien.
Por eso habrían acudido ante las autoridades para subir de noche hasta la finca Villa Rocío, acompañados en un camino de media hora desde el casco urbano.
Al llegar, afuera ‘reinaba’ la quietud y pasando por la placa huella de la entrada todo parecía normal. Pero al cruzar por el dintel de la cocina descubrieron el peor de los escenarios.
¡Lo mataron!
Don Pablo no se había desmayado ni tampoco estaba enfermo, como quizá pudieron imaginar en algún momento. No fue así, lo habían asesinado.
Ortiz Tarazona, de 66 años, vestía una camisilla blanca, pantaloneta azul y sandalias color café, que demostraban lo confiado que estaba en la seguridad su casa y por ende lo indefenso que se encontraba cuando alguien lo atacó.
Yacía en el piso de la cocina y uno de los fogones aún estaría encendido, lo que hace suponer que el asesino arremetió a traición mientras él intentaba preparar algo de alimento.
De manera inicial se creyó que tenía heridas de arma blanca en la espalda y en la cabeza – detrás de una oreja – pero con la llegada de los criminalistas de la Sijin, quienes examinaron el cuerpo con más precisión, se habría establecido que eran dos lesiones similares a las que produce una escopeta.
Sin embargo, ni el arma ni los cartuchos estarían en el lugar. El atacante se los habría llevado, tal vez para tapar algo de su rastro.
Aunque la mayor evidencia la dejó tendida, ante el desconcierto de los testigos.
¿Qué pasó?
Las autoridades habrían revisado la finca para confirmar si algún objeto de valor había ‘desaparecido’ o si había indicios que señalaran hacia un presunto robo. Pero parece que no fue así.
Se consideraría otra hipótesis. El cuidador del lugar – un hombre de aproximados 70 años – habría desaparecido y tendría motivos para un crimen.
Esta persona tendría poco más de ocho años de laborar en la finca y, al parecer, recientemente le habrían anunciado que prescindirían de sus servicios en las siguientes semanas.
Incluso, en ese momento el cuidador habría mostró mucho enojo por el tema y aunque permaneció en los últimos días, no se descarta que sea la persona que – en un ambiente de confianza – le arrebató la vida a don Pablo.