Iba en pijama, con una camisilla amarilla y una pantaloneta verde con azul de figuras de dinosaurios, muestra de la indefensión en que fue arrebatado de su hogar y subido a una camioneta.
Segundos después, presintiendo un final macabro, los suyos salieron a la calle e intentaron recorrer los rincones de aquel municipio en el sur del departamento de Bolívar, con tal de encontrarlo.
Hicieron público su rapto en redes sociales y escribieron ruegos a aquellos desconocidos para que conservaran su vida, pues no era la primera vez que hechos como estos marcaban una sentencia de muerte en la zona.
Lo encontraron muerto
Pero todo fue en vano. Con las primeras luces del día el cuerpo de Larry fue encontrado cerca de un cultivo de palmas en la vereda Los Caguices, a 5 kilómetros del casco antiguo, con tres disparos en el pecho.
La información voló y varios residentes se agolparon alrededor del cadáver, que estaba tirado bocabajo, con los pies pálidos y descalzos y con su rostro ‘clavado’ en un matorral.
De todas maneras, su identidad se conoció pronto y sus seres queridos no tardaron en aparecer para ratificar lo que toda la noche tuvieron como un ‘pálpito’. ¡Se lo mataron!
Parte del torso de Larry y su cabeza fue tapada con una prenda de jean, a la espera del Ejército Nacional en una escolta a la Policía Judicial para recoger el cadáver.
Medios locales señalaron que su asesinato obedecería a las llamadas ejecuciones selectivas del Clan del Golfo, el cual delinque en el sector con su subestructura ‘Luis Alfonso Echavarría’.
Sin embargo, para las autoridades se presume que Flórez se habría negado al pago de una exigencia económica (una vacuna) hecha por este grupo armado organizado y por ello acabaron con su vida.
Más allá de todas estas versiones, el resultado final fue que arrebataron una vida amada.
