Cuando Gabriel Salinas alias “El Calvo” y Yajaira Villamizar Merchán alias “La Gorda” se enteraron que el CTI de la Fiscalía y el Gaula Militar los investigaba por comandar una organización criminal dedicada al microtráfico, huyeron del asentamiento humano Nueva Colombia de Piedecuesta hacia Cúcuta, Norte de Santander.
Fue en vano, porque un agente encubierto, mimetizado como habitante de calle, los acompañó en su escape desde que tomaron el bus hasta que llegaron a su destino.
Pasaron tres meses hasta que por fin les cayeron por sorpresa en el sector de Las Minas, en el barrio Pueblo Nuevo de Cúcuta. Allá mismo los uniformados les leyeron las órdenes de captura que pesaban en su conrta y procedieron a esposarlos. Los transportaron en un helicóptero de vuelta a Piedecuesta, donde sus secuaces también estaban capturados ya.
El campanero se les quedó dormido
Alias “Yito”, “Chavela” y “Angie” fueron acorralados por decenas de uniformados que rodearon la casa donde vivían en Nuevo Colombia. No pudieron advertirles porque alias “Levis”- quien fungía como campanero-, se quedó dormido cuando los agentes llegaron a la zona en la madrugada.
A “Los Calvos” les notificaron que eran solicitados por la Fiscalía para que respondieran por los de delitos de tráfico de estupefacientes, homicidio, concierto para delinquir, porte ilegal de armas de fuego y extorsión.
También los investigan por homicidios
En sus ansias de poder por acaparar todo el poder de la venta de droga, son sindicados de perpetrar varios asesinatos en retaliación por las disputas del territorio.
“Los Calvos” fueron presentados ante un Juez de Garantías quien decidió dictarles medida de aseguramiento en centro carcelario.
Quiénes son los calvos
“El Calvo” y “La Gorda” conformaron un grupo delincuencial en el asentamiento humano Nueva Colombia, en Piedecuesta.
Cuatro personas más se unieron a la banda de criminales que se hicieron conocidos como “Los Calvos”, por su líder. Todos son integrantes de una misma familia que vieron en el negocio turbio de la droga un millonario ingreso. Les dejaba ganancias de hasta $30 millones mensuales, según las autoridades. Desde el apartado lugar comandaban la venta de droga en el municipio ‘garrotero’ bajo la modalidad de casa y expendio a domicilio. También hacían llegar su vicio a la cárcel Palogordo en Girón; y la cárcel de mujeres, en Chimitá. Alias “La Gorda” y “Chavela” la ingresaban oculta en sus partes íntimas, así burlaban los registros en la entrada a los centros penitenciarios.
“El Calvo” tenía bajo su mando a dos menores de edad que usaba para que lo transportaran. Alias “Angie” vendía el vicio en un tienda que administraba en el barrio Hoyo Grande, allí mismo, en Piedecuesta y “Yito” era quien custodiaba las armas.