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Ángel se accidentó el día que entró a ‘camellar’ en Girón y murió seis días después

Miguel Ángel Soto Nieto, de 29 años, trabajaba como ayudante de construcción en una obra, en el barrio Poblado de Girón. El ‘brazo’ de un autobomba de concreto le cayó encima. Era padre de dos menores.

Miguel Ángel Soto Nieto, de 29 años, tenía mujer y dos hijos por los cuales luchaba de salir adelante. Buscaba trabajo, una oportunidad para ganarse el sustento y mantener su hogar.

El 8 de octubre pasado comenzaba a trabajar como ayudante de construcción en un edificio de 5 plantas en el barrio El Poblado, de Girón. Ángel llegó puntual a cumplir con sus oficios. Fue muy acomedido en lo que le indicaron.

Hacia las 10:00 de la mañana cuando llegó el autobomba de concreto para depositarles el material y fundir la placa, Soto, el maestro de construcción y otros dos compañeros, se pusieron en esa labor.

La máquina extendió su ‘brazo’ y empezó a bombear el concreto. En ese momento ocurrió la tragedia.

El autobomba sufrió fallas mecánicas y una de las tuberías que bombeaba la mezcla de concreto se desprendió y le cayó encima a Ángel. El golpe lo recibió en la cabeza.

“Sonó muy duro; como: ¡Bammm!. De los nervios no fui capaz de quitarlo, a mi me pasó por el lado y a otro muchacho le pegó en una pierna. Pudo ser cualquiera, todos estábamos cerca”.

Lo amarramos y lo bajamos. Él se paró y me dio el número de la familia. Como apenas había entrado ese día a trabajar y no estaba afiliado nos tocó llevarlo al Hospital de Floridablanca”, contó el maestro encargado de la obra.

“Nosotros vimos cuando lo montaron a un taxi, estaba sangrando mucho, por las orejas, por todos lados, el golpe tuvo que ser fuerte”, contó un trabajador de una obra vecina.

Debido a la gravedad de las heridas tuvieron que remitir a Soto a la Clínica Comuneros.

Allí ingresó consciente pero tuvieron que someterlo de inmediato a una cirugía.

“Después de la operación no volvió a despertar”, dijo acongojado el supervisor de Ángel.

Su estado fue crítico, solo resistió durante seis días. El jueves en la noche confirmaron que había fallecido.

Los demás obreros al enterarse de la funesta noticia, quedaron cabizbajos. “Solo lo distinguía pero era un buen trabajador”, comentó uno de ellos.

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