El rostro de Alba Amparo Quintanilla no puede ocultar el dolor que la embarga, mientras revuelca entre las cenizas que quedaron de su casa, sin encontrar nada. Fue una de las afectadas por el incendio ocurrido en el asentamiento humano Asomiflor de Floridablanca, donde el fuego acabó con dos humildes viviendas. De manera literal lo perdieron todo.
Fue una noche tortuosa, llena de angustia e incertidumbre. Alba durmió a la intemperie en el pasillo de la casa de un vecino, cuidando desde allí las maderas y láminas que, aunque tiznada como su rostro, quedaban para reciclar, reinventar, reintentar… Esperó que aclarara para saber si alguna de sus pertenencias se había ‘salvado’, pero las esperanzas murieron con los primeros rayos del sol que revelaron la tragedia. De su casa no quedó ni el rastro.
“Estaba donde un amiga cuando mi hija me llamó. Me dijo que de la casa del lado salía candela. Me decía: ¡mamá, el fuego se metió a la casa! Estaba cerca. Cuando llegué ya nada se podía hacer, las llamas acababan con todo… nadie nos ayudaba”, manifestó Alba Quintanilla, quien ayer en la mañana cargaba un pequeño morral en el que llevaba algunos documentos y cuatro libros viejos que rescató de entre el carbón.
Aunque sus ojos se llenan de lágrimas por la certeza de haber perdido lo que con tanto esfuerzo consiguió, agradece que su hija Slendy Yaritza Fuentes, de 25 años, esté viva. Se recupera de manera satisfactoria, porque sufrió quemaduras de segundo grado. Se encuentra en el Hospital Universitario de Santander, HUS. Hace 8 años, Alba compró el terreno y levantó su casita, en Asomiflor.
Trabajaba en confección y dentro de su vivienda tenía sus herramientas, igual que su hija quien es estilista profesional.
Más de 30 millones de pesos se incineraron. El fuego les arrebató sus pertenencias, su techo; sin embargo, Alba sabe que no se quedará de manos cruzadas y saldrá adelante. Espera reconstruir su casa con material. Por eso pide ayuda para que le aporten ladrillos, cemento y varillas. Las personas que deseen aportar, pueden comunicarse con el 3107315608 ó 3008599967
Por lo pronto, buscará hospedaje donde una amiga mientras tiene cabeza para pensar qué pasará, qué hará.
¿No saben dónde
pasarán la noche?
Una tragedia similar vive la pareja conformada por Karen Dayana Romero y Manuel Caicedo. Desde hacía 4 meses se habían organizado y pagaban arriendo en la otra ‘casita’ que destruyó el incendio. Tienen un hijo de dos años y nos saben qué pasará con su futuro.
Ellos también removían con tristeza las cenizas mientras su pequeño jugaba con los carbones que encontraba a su paso. Su inocencia no le permitía dimensionar la magnitud de la tragedia.
“Salí y me llevé el niño cuando me dijeron que de la casa salía fuego. Me vine e intente a apagarlo.
“Las llamas salían del cuarto, pero apagué todo antes de salir. No entiendo qué pasó. Pedía auxilio y nadie me ayudaba, por el contrario los vecinos llegaban era a grabar y decían que llamaran a los Bomberos”, comentó Karen sumida en una enorme tristeza. El incendio no le dio tiempo de sacar nada.
Manuel solo se enteró hasta por la mañana, cuando regresó de trabajar. No tiene celular y su esposa no tenía forma de comunicarse con él. Trabaja en Centroabastos. Llegó y no encontró su casa en pie, solo halló cenizas.
La familia Romero Caicedo también pide ayuda de la comunidad. Igual, si alguien quiere apoyarlos a reconstruir su hogar, puede comunicarse con el 3103368346 o al 3162397814.