La familia Rincón Caballero nunca perdió la esperanza de volver a reunirse con Fabio, el mayor de los hijos. Llevaba 20 años buscándolo, anhelando con paciencia hasta que por fin se les hizo el ‘milagrito’. Fabio un día salió de la casa rumbo a Bogotá y se ‘perdió’ en el mundo de las drogas. El menor fue quien les dio la gran noticia. Ángel Rincón Caballero, quien forma parte del Comando Especial Antiextorsión de la Región 5 del Gaula, llegó a Bogotá por cuestiones de trabajo y aprovechó su estadía para buscarlo.
“En esos días Fabio llamó para pedirle ayuda a mi otro hermano. Le dijo que necesitaba dinero para arreglar la carreta con la que trabajaba.
“Le dijo el sector donde estaba. Entonces madrugué y me fui para allá solo. Le pregunté a los habitantes de la calle. Fue muy difícil”, narró Ángel.
No se daba por vencido así que devolvió la llamada al número del que había marcado su hermano y me contestaron de una chatarrería. Fui hasta allá y le comenté la historia al señor. Le mostré la foto y me acompañó a buscarlo.
Estaba tapado con plástico en una zorra. Era un cuadro lamentable. Triste. El patrullero no pudo contener las lágrimas. Fabio no lo reconoció. “Le dije: ¡Soy su hermanito! Me abrazó y comenzó a llorar. Hice una videollamada a la familia y todos estaban muy felices. No lo podían creer”.
Lo llevé a comprar ropa, bañarse y viajamos a Bucaramanga, donde están mis padres y mis hermanos. Fue un encuentro emotivo”. La última vez que Ángel vio a Fabio tenía 11 años, ahora tiene 26; él 41. En su mente tenía grabados sus juegos bruscos y su alegría. Ahora están todos juntos queriendo recuperar parte del tiempo perdido lejos del frío de la calle, del infierno de las drogas y solo disfrutando de su hogar.