La muerte de Ramiro Fernando Sánchez Mantilla, de 39 años, sigue siendo un misterio para las autoridades en Bucaramanga. Aún no hay certezas sobre el sitio exacto en el que el hombre fue apuñalado.
Las cámaras que registraron los tramos de su último recorrido solo captaron a Sánchez Mantilla movilizándose en su motocicleta Pulsar 180, de placas MSC-29, por la calle 45 con carrera 10, occidente del barrio Campo Hermoso de Bucaramanga, a las 3:00 de la tarde del pasado miércoles 5 de febrero.
Quienes transitaban por el sitio exacto, lo vieron desplomarse, intempestivamente, sobre el andén. Aunque su caída causó sorpresa, decenas de testigos creyeron que se trataba de un accidente de tránsito. Esta versión se fue desdibujando cuando encontraron el rastro de sangre que tenía su camiseta en la espalda. Se trataba de una herida con arma blanca.
Desde entonces, desenmarañar este suceso se ha convertido en un reto para las autoridades. Las primeras versiones indican que Ramiro Fernando Sánchez Mantilla transitó varios metros herido. Al parecer, un sujeto habría atentado contra él en el sector de Chimitá. Él habría optado por continuar su camino en su motocicleta y buscar ayuda médica.
Allegados a Ramiro le contaron a Vanguardia que él había salido de su vivienda en Girón, sobre la 1:00 p.m., para dirigirse a su trabajo en Homecenter, ubicado en la carrera 21 con calle 45.
La hipótesis que más cobra fuerza para las autoridades es que Sánchez Mantilla fue víctima de un intento de hurto que terminó en una lesión mortal. En ese sentido, a Ramiro lo venían persiguiendo hasta que, en un punto, que aún falta por establecer, fue atacado en medio de un forcejeo. Sin embargo, este caso aún continúa en investigación.
Por otro lado, testigos le manifestaron a las autoridades que el contratista de Homecenter fue apuñalado en una aparente discusión, metros atrás, por otro motociclista.
Ante esta incertidumbre, sus familiares le piden a las autoridades que se haga justicia. Fercho, como le decían de cariño, era el menor de sus hermanos. Aunque vivía en Bucaramanga, era oriundo de Oiba, Santander.
“Era un ‘pelado’ muy tranquilo. Trabajador. Llevaba ya varios años trabajando en Homecenter. Se había organizado con su pareja en Girón. No tenía problemas con nadie, como lo certifican las autoridades: ningún antecedente. No es justo que termine así. Necesitamos respuestas”, añadió un ser querido de Ramiro.