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¿Bucaramanga inundada de tusi? Así se fabrica y comercializa esta droga en el área metropolitana

Los recientes hechos de violencia han revelado el desmedido consumo del tusi en las zonas de rumba en la capital santandereana. Este peligroso cóctel de sustancias se está fabricando en cocinas caseras de Bucaramanga y su área metropolitana.

Junto al cadáver de Óscar Daniel Robayo Silva, de 31 años, las autoridades encontraron 61 bolsas herméticas con una sustancia pulverulenta de colores rosado y azul. Tenían un logo asociado a una marca tradicional de dulces. También hallaron una pistola traumática calibre 9 m.m. marca Blow TR 92 y un proveedor con cartuchos.

Estaban dentro de su automóvil Mazda de placas IRP-094. A Robayo lo asesinaron sobre las 10:40 p.m. del viernes 5 de julio, en la carrera 34 con calle 51 en Cabecera del Llano, Bucaramanga.

Diez disparos lo impactaron. Cinco más hirieron a sus dos acompañantes: Laura Camila Cuadros Niño y Haldayr Arturo Turizo Velandia, de 24 y 25 años. Ambos fueron trasladados a un centro asistencial. Las heridas de ellos no fueron graves.

A Robayo el hampa lo mató -se especula- por su intención de liderar la venta de tusi en la zona de rumba, pero ‘ese pedazo no era suyo’.

Aquellos gramos de la mal llamada ‘cocaína rosada’ quedaron a disposición de las autoridades, y esa noche, a algunos jóvenes consumidores en Bucaramanga se les ‘embolató’ la fiesta.

¿Inundada de tusi?

Detrás del crimen de Robayo hay un secreto a voces: el consumo desmedido de tusi en Bucaramanga en sus zonas ‘rosa’.

Son los escenarios perfectos para los traficantes, que ahora ocupan desde los estratos sociales más populares hasta los más altos en la capital santandereana, variando el valor comercial del alucinógeno de ‘moda’. El costo depende del sitio donde el consumidor lo adquiera y también de su expendedor de confianza.

“Fácilmente, un gramo puede costar $60.000, pero sí el dealer se mete a una fiesta privada sabe que puede venderlo hasta en $150.000″, contó uno de los consumidores de esta sustancia.

Al terminar la juerga en Cabecera, en los andenes de las carreras 34 y 35, desde la calle 46 a la 49, se ven bolsitas con cierres herméticos de 3 pulgadas por 3 pulgadas. Se acumulan en las aceras y permanecen durante el fin de semana hasta que los ‘escobitas’ limpien la zona.

La Policía Metropolitana de Bucaramanga señaló que en lo corrido de este año, hasta el 10 de julio, han incautado 34 kilogramos de base de coca y tusi; además de confiscar 9.619 unidades de drogas sintéticas.

Las capturas por tráfico de estupefacientes han aumentado el 42% frente al 2023.

Más de 2.989 personas han sido detenidas por el mismo delito, entre ellos ‘La Pantera Rosa’, un expendedor de tusi a quien le hallaron toda la indumentaria para la fabricación de este nuevo veneno social

‘Hecha en casa’

El general Henry Yesid Bello Cubides, comandante de la Policía Metropolitana de Bucaramanga, aseguró que en la capital santandereana y su área metropolitana los traficantes están elaborando estas sustancias en cocinas caseras.

“Se ha vuelto una difícil lucha porque esta droga la fabrican en apartamentos, en lugares reducidos. No necesitan mucho. Los traficantes lo saben, que se ahorran dinero montando cocinas externas, lo pueden hacer en la cocina de un apartamento, en una habitación”, aseguró.

El comandante Henry Yesid Bello también advirtió sobre su composición.

“Es que es una fórmula o cóctel a base de medicamentos de venta libre, no restringidos. Pero los hemos confrontado. La empaquetan en gomitas, adhesivos, bombones, dulces; los mezclan con saborizadas para hacerlo menos resistente al paladar”, aseguró.

Se vende en fiestas

“Lo grave es que se lo están vendiendo a jóvenes, arman fiestas donde venden licor y droga en fincas o lugares donde es más difícil el actuar de las autoridades”, explicó el general Bello.

Y es que de alguna manera para las bandas delincuenciales es más rentable la producción del tusi en recintos pequeños de alguna casa o apartamento, que importar la sustancia ya fabricada de otras partes del país, porque no tienen ni intermediarios, ni necesidad de grandes infraestructuras.

La mayoría de ingredientes de este coctel son de venta libre, algunos requieren receta médica, pero el hampa logra incluso su comercialización individual, como en el caso del clonazepam y la ketamina.

En cocinas clandestinas

El aumento en la venta y consumo de tusi en Bucaramanga está relacionado con la fabricación artesanal en cocinas clandestinas. Vanguardia consultó con Julián Quintero, director de Acción Técnica Social- una organización sin ánimo de lucro que se dedica al testeo de sustancias psicoactivas- sobre la composición y fabricación de esta droga.

El experto señaló que la elaboración de esta sustancia es artesanal, su receta es ampliamente conocida por bandas de microtráfico e incluso algunos consumidores han optado por elaborar ellos mismos sus dosis.

“La diferencia del tusi con otras drogas es que se puede hacer en cualquier cocina. La fórmula es ampliamente conocida: tiene como base ketamina, edulcorantes y algún estimulante, además de benzodiacepinas. Entonces, las personas pueden fabricarlas en casa.

“El 30% de las personas que la consumen la fabrica, y el 70% es adquirido con bandas delincuenciales”.

En Colombia, la producción artesanal de tusi en cocinas empezó en Bello, Antioquia y se propagó por el resto del país, llegando a Bucaramanga.

La droga de moda

La fabricación del tusi en casas ha provocado una caída significativa en el precio.“Los traficantes han añadido otros elementos para ahorrar dinero y la manipulación de la fórmula ha causado que con el tiempo sea más asequible para expendedores y consumidores.

“Pasó de costar 300 mil pesos a $30 mil en algunos escenarios populares”, añadió Julián Quintero, experto de la Asociación Técnica Social.

El consumo de esta sustancia, de acuerdo con expertos, está íntimamente relacionado con la cultura del ‘reggaeton’ y la ‘guaracha’ en fiestas.

“El tusi se asoció directamente con dos contextos culturales de música como la urbana y la electrónica.A medida que ambos géneros ganaban popularidad, lo hacía de la misma manera la sustancia”, explicó Quintero.

Las nuevas generaciones de jóvenes consideran el ‘tusi’ como la droga de moda que los diferencia de consumidores más adultos que ingieren cocaína o marihuana.

“Todo esto tiene que ver con un tema de encaje y posicionamiento social. Se está vendiendo como la droga de moda, la que te hace ser cool, que te permite encajar en esta nueva generación”, agregó el experto.

Es por esto que los traficantes de tusi también tienen sus estrategias de mercadeo para posicionar sus recetas.

Colores como el amarillo, morado, y azul en la sustancia pulverulenta se usan para identificar al expendedor de confianza. Además, los etiquetados de dibujos animados o marcas también permiten al consumidor saber a quién le está comprando.

Ante este ‘merchandising’ y la cantidad de variaciones en las recetas, las autoridades médicas y algunos expertos químicos mandan un mensaje de alerta para que quienes consumen esta sustancia la testeen o conozcan qué nuevos ingredientes están en la fórmula actual.

Lo grave, es que con esa ‘tendencia’ están abordando un mayor espectro de jóvenes, cada día; muchos, menores de edad.

El consumo del tusi puede ser mortal

Por tratarse de una receta artesanal, los traficantes y cocineros han optado por agregar benzodiacepinas al tusi. Estos sedantes, de venta libre, pero bajo recetas médicas, al ser mezclados con alcohol en entornos de fiesta, se convierten en un cóctel mortal.

Johanna Rangel Hernández, médico general egresada de la Unab, señaló que el uso de estos sedantes pone en riesgo la vida del consumidor. “Las benzodiacepinas pueden potenciar los efectos de la ketamina presente en el tusi. Además, junto con el uso de alcohol, común en las fiestas, puede producir efectos relacionados a una intensa depresión en el sistema nervioso central y ocasionar un paro”, agregó.

Rangel también indicó que la persona al consumir esta peligrosa mezcla puede padecer una depresión respiratoria que representaría una emergencia potencialmente mortal.

Lo más peligroso de esta situación es que químicos dedicados al testeo de esta droga han identificado cada vez más muestras con sedantes, lo que incrementa este riesgo al consumir el nuevo tusi.

“La gran alerta en este momento es que, en los últimos dos años, hemos encontrado el uso de benzodiacepinas. Una tercera parte de las muestras analizadas nos arrojan estos preocupantes resultados que podrían estar relacionados con las muertes y toxicidad que se han presentado tras el consumo”, añadió Julián Quintero, experto y director de ATS.

La benzodiazepina más frecuente es el clonazepam que también es comercializado de manera ilegal por bandas criminales.

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