“¡Resista papá, usted es un guerrero!”, gritaba desesperado un joven mientras sostenía entre brazos a su ’parcero’ Luis Alberto Torra Infante.
Intentaba que no se le escurriera al piso después de que, hacia 11:15 de la mañana, cuatro sujetos que llegaron en dos motocicletas lo acorralaran en un callejón, al final de las empinadas escaleras del barrio Mirados del Campo, en Floridablanca.
Entre todos se le abalanzaron con cuchillos y, sin piedad, le horadaron la humanidad, hasta verlo casi exánime, tendido, desgonzado… después huyeron sabedores de su crimen.
“¡Me lo mataron, mataron al ñero!”. Los alaridos seguían. En la cuadra de la carrera 45 con Manzana B.
Pasaron varios minutos hasta que algunos vecinos se asomaron, algunos de ellos se compadecieron en el auxilio, pero a Luis Alberto la vida se le ‘iba’ de a poco con cada respiro. Exhalaciones que se hacían cada vez más lentas…
Con un buzo intentaron hacerle presión en las heridas para que no se desangrara, pero había recibido profundas cortadas en el abdomen, una rodilla y la espalda. Minutos eternos de tensión, desespero… hasta que llegaron la policía y una ambulancia. Lo trasladaron a la Clínica Foscal pero ni siquiera hubo oportunidad de una intervención médica. Cuando llegó a Urgencias ya había dado su último aliento.
Al medio día se desató otra gresca, esta vez, por la muerte de Luis Alberto, pero la Policía intervino para evitar otro muerto…
