Con la presencia de sus familiares y los vecinos del barrio José Antonio Galán de Bucaramanga, en el Cementerio Central de la capital de Santander despidieron al niño de 11 años que junto a su hermano fueron arrastrados por la corriente del Río de Oro, el pasado martes 22 de agosto.
La velación y los gastos funerarios fueron subsidiados por la Alcaldía de Bucaramanga mediante un convenio con la Funeraria Paulo VI, ubicada en la carrera 13 con calle 42 en el centro de la ciudad.
El padre del pequeño, Juan Carlos Iglesias Ramírez, un hombre de 40 años de edad que es ayudante en un taller de pintura en Piedecuesta, le contó a Vanguardia que su hijo mayor dio la vida por su hermano menor de 8 años de edad, quien también fue arrastrado por la corriente.
El día de la tragedia los dos pequeños estaban con la mamá en el barrio José Antonio Galán, lugar donde residen. Cuando el menor, el de 8 años de edad, se fue a asomar a una orilla del río de Oro se le fue una chancleta, su hermano de 11 años estaba con él.
El más pequeño de manera imprudente se lanzó por su calzado y fue arrastrado por la corriente, su hermano mayor también se lanzó para salvarlo.
“Mi hijo al ver que su hermanito se lo llevaba la corriente se tiró al río para salvar a su hermanito. Ahí la comunidad estaba haciendo una olla comunitaria por las afectaciones de las lluvias de ese día y estaba la Policía quienes se lanzaron a rescatarlos. Ellos son muy parecidos, pero no son gemelos”, relató el padre.
La comunidad y la Unidad de Operaciones Especiales en Emergencias y Desastres de la Policía, Ponalsar, fueron los encargados de rescatar a los hermanos y trasladarlos a la Clínica San Luis.
Allí el mayor de ellos, murió sobre el mediodía del pasado jueves 31 de agosto tras permanecer una semana en la Unidad de Cuidados Intensivos, UCI pediátrica.
El menor de edad, de acuerdo con el parte médico entregado por la Clínica San Luis presentó un paro cardíaco y fue intubado en el área de urgencias a su llegada al centro médico. Tras los estudios y diversos exámenes realizados por los especialistas, se diagnosticó que el niño presentaba hipoxia cerebral moderada (cuando no llega suficiente oxígeno al cerebro).
Su estado de salud, desde un primer momento, siempre estuvo comprometido desde el punto de vista hemodinámico, respiratorio y neurológico, según informó la dirección médica de la Clínica San Luis. Pese a todos los esfuerzos de los galenos, finalmente se terminó registrando el deceso. El otro menor de edad, de 8 años, se recuperó satisfactoriamente de las lesiones sufridas.
“El corazón le dejó de latir, tuvo muerte cerebral, yo lo vi que estaba evolucionando, pero se fue. Ya lo sepultamos, ya descansa en paz, pero nos queda su recuerdo que dio la vida por su hermano”, finalizó el padre.