La superficie ocre advertía de un riesgo latente y por eso se iniciaron obras de mitigación que buscaban, precisamente, evitar lo que de manera irremediable pasó ayer a las 9:30 de la mañana: Se desmoronó.
Cuatro obreros que permanecían debajo del icónico diseño, levantado como orgullo del temple santandereano en el 2010, sufrieron las consecuencias, por fortuna, no letales.
Uno de los trabajadores habría quedado atrapado mientras los demás se pusieron a salvo cuando ocurrió la emergencia.
De inmediato la noticia sobre la caída de una parte de las 600 toneladas de aquella estructura de 11 metros de tapia pisada, se volvió noticia nacional.
Los efectos de las lluvias recientes, quizá acumulados durante años, lograron lo que de manera irónica jamás pudieron los recurrentes temblores en el segundo nido sísmico del mundo, después de Afganistán.
El director de Gestión de Riesgo de Santander, César Augusto García, dijo que el lugar fue intervenido la semana pasada y que ahora deben cerrar la zona.
“A los muchachos los sacaron los mismos trabajadores que estaban ahí, con ayuda de algunas personas de la plaza. Tenían golpes en la espalda, las piernas. Ahí estaban desde las 7:00 de la mañana, porque en eso llevan como mes y medio. Estaban echando la placa de encima… y como ha llovido, no soportó el peso. Tres quedaron atrapados ahí”, dijo una de las mujeres que presenció el accidente.
Norberto Jaimes Mantilla, Andrés Alberto Polo, Jordan Gómez Almeida y el maestro de la obra, Javier González a quien conocen como “El Chamo” y quien hizo parte de la construcción del emblemático monumento, fueron trasladados a centros asistenciales en Piedecuesta. Todos son obreros de la zona y quienes siempre se encargan del mantenimiento de las estructuras de El Mercado Campesino.
Otra de las mujeres que presenciaba los bloques de barro deshechos dijo que la noche anterior cayó el agua de la que se adolece en la zona y que se aguacero reciente habría sido determinante para lo ocurrido.