Este joven de 22 años se crió en este municipio de la provincia de García Rovira, por lo que tenía muchos amigos y allegados para departir.
Sus mamá, quien vivía con él en Floridablanca, tuvo contacto con él por celular hasta el sábado en la noche. Después de esto, no volvió a responder el celular.
El lunes festivo, a las 2:00 p.m., Nicolás Eduardo y su hermana tenían los pasajes de regreso a Bucaramanga y él no apreció.
“A él le gustaban las ferias, era muy fiestero. Ellos tenían que viajar el lunes porque el martes (ayer) tenían que trabajar. Mi hija me dijo que Nicolás no llegó, yo le decía que lo esperara, que de pronto estaba dormido donde un amigo pasando el guayabo. Lo seguí llamando, ya no respondía y los mensajes no le llegaban al celular”, relató Diana Patricia Torres, madre del joven fallecido.
Pese a la incertidumbre, la progenitora no perdía la fe de que su hijo estuviera sano y salvo con alguna novia en el pueblo. Ya antes se había demorado en aparecer por algunas horas tras participar de algún festejo.
Todas las esperanzas se desvanecieron el lunes festivo, cerca de las 7:00 de la noche, cuando Diana Patricia recibió una dolorosa llamada en donde le indicaron que su hijo había sido hallado muerto.
“Me dijeron que lo habían encontrado en un río, ahogado. Yo no lo podía creer porque él no frecuentaba ríos (…) Yo quiero que se investigue qué realmente pasó, porqué fue a parar allá”, agregó la mamá.
De acuerdo a la información que recibió Diana, Basto Torres fue encontrado en el sector conocido como La Planta, en aguas del río Servitá, a unos 20 minutos a pie del casco urbano de El Cerrito, por un habitante de la zona.
Esta persona divisó el cadáver del joven desnudo y dio aviso a la Policía. Con ayuda de los bomberos del municipio, fue rescatado y se adelantó el respectivo levantamiento.
“Me dijeron que el cuerpo estaba recién, que no estaba en descomposición. Estamos preguntando qué pasó. Están mirando si de pronto las cámaras o alguien sabe y eso es lo que quiero como madre saber, por qué resultó en un río”, dijo la angustiada madre.
Nicolás Eduardo había llegado hace algunos años a vivir al área metropolitana de Bucaramanga con su mamá y hermanas menores. Se ganaba la vida trabajando en construcción
“Era mi vida entera, era mi hijo mayor y el hombre de la casa. Éramos una familia muy unida y yo lo saqué adelante, lo hicimos muy feliz. Tengo que seguir adelante por mis otros hijos”, concluyó la mujer.