No se conoce por ahora el origen de la explosión, que se produce una semana después de un ataque suicida con bomba contra fieles en la ciudad de Kunduz, en el norte del país, que fue reivindicado por el grupo Estado Islámico (EI).
“Treinta y dos cuerpos y 53 heridos fueron trasladados a nuestro hospital hasta el momento”, dijo un médico del hospital central de Kandahar. Un primer balance informó de siete muertos y una quincena de heridos, y un segundo de 16 muertos y 32 heridos.
Un testigo afirmó a la AFP que escuchó tres explosiones, una en la puerta principal de la mezquita, otra en el aérea sur y la tercera en el lugar donde los fieles se lavan.
Otro testigo señaló también que tres explosiones sacudieron la mezquita en el centro de ciudad durante la oración del mediodía del viernes, el día de descanso de la semana para los musulmanes, en el que muchas personas se congregan para rezar.
El vocero del ministerio del Interior, Qari Sayed Khosti, tuiteó: “Estamos entristecidos al enterarnos de que se produjo una explosión en una mezquita de la hermandad chiita en el primer distrito de la ciudad de Kandahar en la cual un número de nuestros compatriotas fue martirizado y herido”.
“Las fuerzas especiales del Emirato Islámico (nombre que dan los talibanes a Afganistán, ndlr) llegaron al área para determinar la naturaleza del incidente y llevar a los responsables ante la justicia” agregó.
Muchos fieles
Según un periodista de la AFP, la mezquita estaba repleta de gente cuando se produjeron las explosiones, y al menos 15 ambulancias acudieron al lugar.
Imágenes difundidas en las redes sociales, cuya autenticidad no pudo ser verificada de inmediato, mostraban cuerpos que yacían en el suelo de la mezquita Fatemieh.
El viernes, el Estado Islámico-Khorasan (EI-K) reivindicó un atentado contra una mezquita chiita de Kunduz que dejó al menos 60 muertos. Se trató del ataque más mortífero perpetrado desde que las tropas estadounidenses abandonaran el país, el 30 de agosto.
El EI-K es rival del movimiento islamista de los talibanes aunque ambos sean sunitas.
Los talibanes, que tienen su propio historial de persecución de los chiitas, regresaron al poder en Afganistán el 15 de agosto y, desde entonces, han hecho de la seguridad su prioridad, después de veinte años de guerra.
Los chiitas representan cerca del 10% de la población afgana. Muchos de ellos son hazaras, un grupo étnico que ha sido perseguido por décadas en el país.