Un video se hizo viral a través de las redes sociales, en el cual la persona que grababa trata de enfocar las aparentes lágrimas que caen sobre el rostro de la Virgen María.
“Anoche, antes de llevar a Jesús al panteón, la Virgen estaba llorando, yo grabé sus lágrimas de dolor y toda la gente también lloraba con ella”, compartió el mensaje una mujer que dijo haber estado allí.
El hecho sucedió en la catedral de Cristo Rey de Huejutla de Reyes, en Hidalgo, México, mientras celebraban la santa misa el pasado mes de abril en Semana Santa. Solo hasta ahora se conoció y se volvió viral el video que ha generado todo tipo de teorías sobre si es un verdadero milagro.
Algunos de los comentarios que se evidenciaron en las redes sociales fueron:
“No sé si es por la resolución y el hecho de que el que filma mueve mucho la cámara, pero me da la impresión que también mueve sus labios y los ojos. La Iglesia ante estos casos siempre es muy reservada y rara vez concede este tipo de manifestaciones como auténticas”. “Dudo mucho que sean lágrimas, si alguna vez visitaron Huejutla saben que eso es sudor”. “Estas cosas siempre ocurren en pueblos que nadie nunca ha escuchado”.
Hasta el momento el Vaticano no se ha pronunciado sobre los hechos, pues para considerarse un milagro debe ser examinado por los entes que lo cobijan y realizar un proceso de investigación para determinar la autenticidad.
¿Por qué lloraría la Virgen María?
Según el portal Aleteia, las lágrimas de María son un signo de su amor por todos sus hijos. Son un llamamiento a la conversión, abandonando el camino del pecado y del mal. Al mismo tiempo, son una invitación a tener compasión de todos, a dejarse conmover por las miserias y por los sufrimientos de los hermanos, a tener misericordia.
Bajo esta misma premisa, el portal web citó un artículo de Primo Mazzolari sobre las lágrimas de María:
“Donde una mamá llora, hay un calvario con una cruz encima, y a sus pies la Virgen que llora por las penas de su criatura. No hay una sola lágrima de madre que no le pertenezca, como tampoco un hijo que no sea suyo y por el que no llore cuando él sufre. No es necesario ir a La Salette o a Fátima o a Siracusa para acordarme de las lágrimas de la Virgen: pero esos lugares me confirman el milagro de cada momento, por el que la maternidad divina es exaltada por su humana piedad”.