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¿Vida en las lunas de Urano? La Nasa asegura que podrían tener agua

La nave Voyager de la Nasa, junto a simulaciones informáticas, aportó información sobre la presencia del líquido preciado en cuatro de las 27 lunas del planeta.

Ante la ola de calor que afronta Cartagena y el Caribe, el agua se hace más preciada que nunca, ya sea en la ducha o ingerida con hielo. Sin embargo, más allá de la necesaria y clínica hidratación que se recomienda para las altas temperaturas, el líquido es indispensable para la vida tal cual la conocemos.

Desde la geopolítica y las ciencias exactas vaticinan que los malos hábitos del ser humano, el cambio climático y la evolución de la Tierra tal como va, no

tardará en convertirse el agua en el Anillo Único que provoca guerras en ‘El Señor de los Anillos’, pero aquí, en la realidad, entre los países que habitamos y que salen en cédulas y pasaportes.

Por consiguiente, la búsqueda de agua en el espacio se convirtió para la ciencia en un desafío, no solo por la consecución de la sostenibilidad de nuestra especia en otros mundos, sino también porque sería el indicio de la existencia de vida extraterrestre.

Una capa oceánica entre sus núcleos y cortezas heladas
Un estudio detallado de la nave espacial Voyager de la Nasa, junto con un nuevo modelado informático, concluyó que cuatro de las lunas más grandes de Urano probablemente contienen una capa oceánica entre sus núcleos y las cortezas heladas.

“Su estudio es el primero en detallar la evolución de la composición interior y la estructura de las cinco grandes lunas: Ariel, Umbriel, Titania, Oberon y Miranda. El trabajo sugiere que cuatro de las lunas contienen océanos que podrían tener docenas de millas de profundidad”, precisó el periodista Diego Bastarrica.

El estudio del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la Nasa revisó los hallazgos de los sobrevuelos de Urano de la Voyager 2 de la Nasa en la década de 1980 y de observaciones terrestres. Esta información fue el insumo para la construcción de modelos informáticos alimentados con descubrimientos adicionales de las sondas Galileo, Cassini, Dawn y New Horizons de la Nasa, y con datos químicos y geológicos de las luna Encelado, de Saturno; y Caronte y Ceres, de Plutón.

“Todos cuerpos helados del mismo tamaño que las lunas de Urano pasadas a revisión con la información que las sondas de la NASA han recopilado luego de descubrir otros mundos oceánicos en el espacio”, expuso Bastarrica.

¿Cómo llegaron a esta conclusión?

Los científicos investigaron la geología de las lunas de Urano, descubriendo una fuente potencial de calor en los mantos rocosos de las lunas, que liberan líquido caliente y ayudarían a un océano a mantener un ambiente cálido, un escenario que es especialmente probable para Titania y Oberon, donde los océanos pueden incluso ser lo suficientemente cálidos como para soportar potencialmente la habitabilidad.

“Pero el calor interno no sería el único factor que contribuye al océano subsuperficial de una luna. Un hallazgo clave en el estudio sugiere que los cloruros, así como el amoníaco, son probablemente abundantes en los océanos de las lunas más grandes del gigante helado. Se sabe desde hace tiempo que el amoníaco actúa como anticongelante. Además, el modelo sugiere que las sales probablemente presentes en el agua serían otra fuente de anticongelante, manteniendo los océanos internos de los cuerpos”, precisó el periodista científico.

¿Y ahora qué viene?

Julie Castillo-Rogez, científica de la Nasa, aseveró que aún hay muchas preguntas por resolver teniendo esta información sobre la mesa. “Necesitamos desarrollar nuevos modelos para diferentes suposiciones sobre el origen de las lunas para guiar la planificación de futuras observaciones. Excavar en lo que se encuentra debajo y en la superficie de estas lunas ayudará a los especialistas a elegir los mejores instrumentos para estudiarlas”, resaltó.

¿Y ahora qué viene?

Julie Castillo-Rogez, científica de la Nasa, aseveró que aún hay muchas preguntas por resolver teniendo esta información sobre la mesa. “Necesitamos desarrollar nuevos modelos para diferentes suposiciones sobre el origen de las lunas para guiar la planificación de futuras observaciones. Excavar en lo que se encuentra debajo y en la superficie de estas lunas ayudará a los especialistas a elegir los mejores instrumentos para estudiarlas”, resaltó.

“Por ejemplo, determinar que el amoníaco y los cloruros pueden estar presentes significa que los espectrómetros, que detectan compuestos por su luz reflejada, necesitarán usar un rango de longitud de onda que cubra ambos tipos de compuestos. Del mismo modo, pueden usar ese conocimiento para diseñar instrumentos que puedan sondear el interior profundo en busca de líquido”, precisó Adriana Juárez, periodista de El Heraldo de México.

Y agregó: “Y es que la búsqueda de corrientes eléctricas que contribuyen al campo magnético de una luna es generalmente la mejor manera de encontrar un océano profundo, como lo hicieron los científicos de la misión Galileo en la luna Europa de Júpiter. Sin embargo, el agua fría en los océanos interiores de lunas como Ariel y Umbriel podría hacer que los océanos sean menos capaces de transportar estas corrientes eléctricas y presentaría un nuevo tipo de desafío para los especialistas que trabajan para descubrir qué hay debajo”.

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