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Pedaleando hacia el éxito: crónica con el gran Nairo Quintana en su visita a Santander

Sentirse como un pájaro con el suave roce del aire en su rostro, lleno de libertad, como si la bicicleta y él fueran un solo cuerpo. Esos pequeños detalles hicieron que el ‘escarabajo’ más laureado del ciclismo nacional se enamorara totalmente del deporte que cambió su vida y construyó su identidad.

“¿Bañarse o no bañarse antes de entrenar?”, pregunté y tras una sonrisa se escuchó un “no bañarse normalmente”.

De las montañas boyacenses al altiplano de la Mesa de los Santos, una historia de la perspectiva del ciclista latinoamericano más exitoso de la historia, Nairo Alexander Quintana.

Trepaba con sacrificio y determinación, el esfuerzo de años estaba apunto de ser recompensado. En la última curva, miró hacia atrás, su único acompañante era un carro escolta. Formó una leve sonrisa con sus labios y, segundos más tarde, bajó la cabeza, alejó sus manos del manubrio, las besó y con la satisfacción del deber cumplido las alzó para marcar su nombre en la eternidad del Tour de Francia.

Así como Antonio Nariño y Camilo Torres celebraron el 20 de julio de 1810 con el grito de independencia, más de un colombiano celebró 203 años más tarde, cuando un campesino, de apenas 23 años, se consolidó como el mejor joven y el rey de la montaña de la competencia de ciclismo más prestigiosa del mundo. Un recuerdo que marca lo efímero del triunfo entre la adrenalina y la pasión y que en las experiencias del ‘Cóndor’ de Cómbita marca lo que fue el día más feliz de su vida.

Hijo de Eloisa Rojas y Luis Quintana, creció en el seno de una familia de campesinos dedicada al comercio de productos agrícolas. Su vida ha estado llena de anécdotas, la mayoría enlazadas a un caballito de acero. Su primer contacto con un velocípedo lo tuvo a los 15 años, cuando con esfuerzos propios, de su padre y de sus hermanos, pudo comprar y aprendió a montar una bicicleta, en una edad en la que, para muchos, es avanzada en un deportista, pero para la que en este caso aplica totalmente el dicho: es mejor tarde que nunca.

Ese pequeño que le ayudaba en las labores del campo a sus padres y que con disciplina forjó su identidad, nunca se llegó a imaginar que 18 años más tarde, a pesar de no haber tenido “un influencer positivo” en su infancia, sí tendría la oportunidad de vivir miles de aventuras en las que ha dejado su nombre plasmado como uno de los mejores en la historia del deporte de las bielas y los pedales con gratos recuerdos. Así como cuando de rosado besó el ‘Senza Fine’ del Giro de Italia y se vistió rojo en la Vuelta a España.

Quien creyera que ese mismo chico le pidió en el comienzo de su carrera ayuda a la Liga Santandereana de Ciclismo para que le permitiera defender los colores ‘hormigueros’, pero por falta de recursos no fue posible; sin embargo, en la Perla del Fonce (carrera ciclística que se realiza en San Gil), brilló con luz propia en búsqueda de patrocinadores.

La tristeza de Efraín Guevara, en ese entonces presidente del máximo ente que rige la disciplina en el Departamento, se sintió desde aquella época, pues él mismo fue testigo de las condiciones del corredor, quien desde muy joven logró superar a grandes nombres del pelotón nacional como Hernán Buenahora e Israel ‘El Rápido’ Ochoa, entre otros.

Cómo no sentirse “maniatado” si lo único que pidió Nairo fue un auxilio de 500 mil pesos, pero no los había porque “recibimos una Liga poco solvente”, mencionó el dirigente en una ocasión a esta redacción.

Y aunque el ‘escarabajo’ acepta que en ese tiempo nunca llegó a pensar en competir en el World Tour porque en su cabeza solo estaba en “poder llegar a ser profesional y ganar alguna carrera con un equipo colombiano”, su mayor triunfo no ha estado al lado del plano profesional, si no del lado personal.

Fuera del foco

La vida de un ciclista está rodeada de sacrificios, esfuerzos, caídas, raspones y, sin importar la posición dentro del equipo o el nivel de competencia que este tenga, la lucha diaria y disciplina son las claves para llegar al éxito.

Nairo Quintana se ve tímido e introvertido, pero detrás de esa figura, hay una persona con un corazón lleno de nobleza, cariñosa y divertida, que no deja pasar un minuto para bromear o simplemente conversar.

“Estamos al lado del mejor ciclista de Colombia”, menciona una mujer mientras Nairo se prepara para tomarse una foto con un grupo de seguidores en el Café Mesa de Los Santos, tras haber parado un minuto su apretada agenda para tomar un respiro. Si le piden una foto o un autógrafo trata de darlo, a pesar del asedio de la gente. Como se dice entrevoces: “un señor de sombrero y ruana, el corredor es una verdadera estrella”.

Muestra de eso es esta historia, construida en medio de un viaje desde la Mesa de los Santos hasta Bucaramanga con el histórico colombiano, quien entre las sombras de las infinitas curvas santandereanas, junto con su equipo, no dudaron ni un segundo en permitirnos acompañarlo en su automóvil para poder atendernos, aunque entre risas señaló “es la primera vez que una periodista se sube a mi carro para entrevistarme”.

Mientras los Juegos Olímpicos de Invierno se llevaban a cabo en Rusia en el mes de febrero del 2014, Quintana dejó la concentración del Movistar Team para viajar de emergencia a Colombia y así acompañar a su esposa en el nacimiento de su primera hija, Mariana. Años más tarde llegaría la compañía de su segundo hijo, Tómas, quien junto a Paola, su esposa, son el gran motor de su vida.

Como un ser humano con un corazón entregado a su familia, a sus seres queridos y siempre pensando en ayudar a alguien, en hacer, en construir, y sobre todo en enseñar, así se describe el pedalista nacional.

Características que van de la mano con su esencia, esa que dejó ver en el mismo trayecto, cuando se dio cuenta de que un carro llevaba la puerta trasera abierta. “Señor, lleva la puerta abierta”, gritó Nairo tras haberle dicho a su hermano que se le acercara al otro automóvil para poder avisarle. Inmediatamente el conductor reaccionó y con una cara de asombro le dijo a su acompañante: “ese es Nairo Quintana”. Después pitó y gritó: “Gracias”.

Enseñar a sus hijos a ser y a construir a través del juego, de las charlas, del buen comer, de un buen café y de la buena energía, son algunos de los propósitos más importantes de Quintana.

Y así como en muchas familias colombianas, el padre sueña que sus hijos le sigan los pasos; aunque entre risas confesó que desde que nacieron les compró sus bicicletas, pero que no les llamó la atención; sin embargo, aunque Mariana y Tómas practican distintos deportes como fútbol, karate y también hacen actividades relacionadas con la música, en los últimos meses han empezado acercarse a la bicicleta.

“Ojalá pedaleen fuerte como el papá”, señala Nairo, quien aunque guarda ese deseo con gran anhelo en su corazón, también dejó bien claro que al final sus ‘retoños’ harán lo que realmente a ellos los llene de felicidad.

Su legado

Los triunfos no llegan fácil como se ve en las fotos, señala el corredor, quien siempre que tiene la oportunidad resalta la importancia de trabajar con los niños y jóvenes, pues hoy en día “hay muchas distracciones que ponen límites a los sueños”.

Por eso, desde su papel en la sociedad, Nairo siempre trata de sacar un espacio para ayudar a construir esas metas. Como en la tarde santandereana en la que se dispuso junto a Unicef a visitar el colegio Mesa de Jeridas, donde jugó con cientos de chicos que disfrutaron ese momento.

Firmando autógrafos con una gran sonrisa, así se despidió Nairo de quienes se acercaron a la institución educativa, pensando en la huella imborrable que ha dejado en la gente y en esa misma espera seguir marcando.

Así como logró triunfar en el L’Alpe D’Huez, Nairo salió vencedor de la carrera más difícil a nivel profesional, esa que enfrentó en el 2023 y que por momentos estuvo llena de interminables tormentas.

na nueva etapa comenzará en el 2024, año en el que espera disfrutar, una vez más, de una de las cosas que más lo llenan de felicidad y en el que volverá a vestirse con el uniforme que una vez lo vio en la cima del ciclismo mundial, el del Movistar Team.

Un nuevo ‘campeón’

“Si estoy feliz yo, de seguro mis hijos más”, mencionó Nairo en medio de risas al recibir un inesperado regalo en el Pony Parque de la Mesa de Los Santos, Santander.

Todo nació desde una iniciativa del empresario Jhan Alcibiades Céspedes, quien al enterarse que Nairo estaría entrenando y posteriormente asistiría un acto con Unicef en una escuela rural, no dudó en invitarlo a un sancocho de gallina.

“Chiquito y negrito como yo”, pronunció el pedalista al acariciar a Campeón, el nuevo integrante de la familia Quintana.

“Resulta que a Nairo hace cuatro se le extravió un perro que se llama Pony y desde ese día yo tenía en la cabeza, el día que lo conozca le voy a dar un pony de regalo”, señaló Céspedes.

Por su parte Nairo en medio de bromar concluyó: “Me lo llevaré montándolo”.

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