Por Miguel Alguero
La historia del santandereano Antonio Cardozo González se remonta a 1984. Entonces era un empresario del sector de confecciones, una pasión que nació gracias a una tradición familiar que data de los años 60, cuando nació Creaciones Periquita, la empresa de sus padres.
Fue tanta la bonanza que alcanzó a tener 200 empleos directos en su empresa y a exportar a Venezuela. De eso solo quedan recuerdos porque por culpa de la crisis económica en ese país, hoy Antonio quedó con deudas y sin empresa. Hace parte de ese grupo de comerciantes a los que todavía Venezuela les debe.
“El 2012 fue el año de quiebre, pero los problemas venían desde los años 90. Devaluación del bolívar, desmonte de la industria venezolana, incumplimientos de pago y la informalidad comercial llevaron al debacle. Perdí $800 millones y por eso tuve que entrar en reorganización. Con el cese de actividades, las pérdidas ascendieron a 2 millones de dólares”, cuenta Antonio.
A precios de hoy serían por lo menos $8.800 millones entre deudas y pérdidas asumidas por este empresario regional, quien en 1990 decidió crear junto con su esposa la compañía Representaciones Moda Internacional Ltda, pero en 1996 pasó a denominarse Comercializadora Internacional Simoda.
“La empresa la tengo parada desde el 2012 porque no encontré en Colombia una solución o un motivo para seguir. En ese momento teníamos 50 empleados y tocó despedirlos, luego tercerizamos la producción para tener 100 talleres satelitales para igual número de familias. Ahora me dedico a pagar las deudas y vivir de la renta de unos arriendos”, narra Antonio.
La deuda
La historia de Antonio es una muestra de que todavía persiste una deuda de Venezuela con Colombia en materia comercial. No hay datos de cuántos empresarios son los afectados, ni del total de la deuda, pero el ministro de Comercio, Industria y Turismo, Germán Umaña, se atrevió a dar un saldo: “Alrededor de 300 millones de dólares es la deuda que tienen con empresarios colombianos que exportaban mercancía al vecino país”.
A precio de hoy, las obligaciones ascienden a $1,32 billones. Entre los puntos que han puesto sobre la mesa los empresarios colombianos está qué va a pasar con esa deuda, ad portas a la reapertura de la frontera para el paso de carga y vuelos internacionales este 26 de septiembre.
Asimismo, existen unas deudas registradas en el Banco Central de Venezuela que rondan en los 150 millones de dólares. Al respecto, el ministro Umaña afirmó que se pagarán en su momento. “Las autoridades se encuentran trabajando con el pago anticipado de las exportaciones e importaciones”, indicó el jefe de la cartera de Comercio durante el encuentro gremial binacional ‘Acuerdo de la Frontera’ a finales de agosto.
Para el empresario santandereano, la reapertura de la frontera colombo-venezolana es una oportunidad “maravillosa” para que se reactive el paso comercial, se realicen de nuevo negocios y regresar al mercado natural del departamento.
¿Cómo serán los negocios?
Juan Carlos Rincón, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio, sostuvo que para el segundo semestre los ojos estarán puestos en Venezuela, a la espera de la reapertura comercial de la frontera. En el primer semestre de este año se exportaron 2 millones de dólares, frente a los 448 mil dólares en el mismo periodo del 2021, para un incremento del 346,43%.
“A los empresarios ya se les advirtió que, bajo las nuevas condiciones, el pago debe ser anticipado, validar quién es el negociante, no aumentar la capacidad instalada y no descuidar los otros destinos”, dijo Rincón.
Mea culpa
Sin embargo, los recuerdos de aquellos años de ‘abundancia y prosperidad’ y el paso a ‘la escasez y devaluación’ le traen un sabor amargo a Antonio, pero también anécdotas y enseñanzas.
Una de ellas, según el empresario regional, es que en Venezuela se mezcló lo político con lo económico: “Nosotros en nuestros negocios no tenemos intención política, solo hacemos nuestra labor económica. Los perjudicados fueron los empresarios”.
Aún así, para Antonio es un ‘mea culpa’. ¿Por qué? Él responde: “Tenemos mucha culpa por la forma en que hicimos negocios con los empresarios venezolanos, hubo mucha informalidad y exceso de confianza, y las condiciones en el vecino país permitieron ese manejo”.
Otro factor determinante para la debacle comercial fue la primera devaluación de principios de los 90, luego se acentúo para el 2010. “En ese momento el Gobierno venezolano no nos permitió sacar nuestra plata, luego nos buscaron para pagarnos en bolívares porque no tenían la capacidad para hacerlo en dólares. Con la devaluación lo perdimos todo porque un pago en seis meses era incierto. Por ejemplo, si lo hacían en diciembre, a mayo el valor del dinero era la mitad”, explica el empresario afectado.
Otra anécdota, cuenta Antonio, es que “como era imposible el pago por los bancos venezolanos, entonces el Gobierno de allá nos hizo abrir una cuenta en Panamá para pagarnos, pero no nos consignaron nada y los 50 dólares mensuales que había que dar por eso se perdieron”.
Recomendaciones
Cardozo agrega, además, que los empresarios venezolanos intentaron enviar dólares a Colombia y quedaron retenidos, “esa plata se devaluó, la demora y el tiempo jugaron en contra de nosotros”. ¿Por qué pasó eso? Antonio asegura que buena parte fue por el desconocimiento de cómo se hacen negocios internacionales. “Nosotros no cumplimos el mandamiento empresarial: asegurar el pago o exigir un aval escrito que protegiera el crédito”.
Para Antonio, lo que pasó en entre 2009 y 2012 son enseñanzas para recordar y no volver a correr riesgos ahora. Les recomienda a los empresarios buscar mecanismos de pagos seguros y “no poner todos los huevos sobre la misma canasta… nosotros solo nos dedicamos a venderles a los venezolanos porque era cómodo, cercano y fácil, hay que abrir y tener otros mercados”.
Otra sugerencia del empresario regional es no ser ingenuos y no confiar en los anuncios políticos. “A nosotros nos llevaron a la Isla Margarita para un encuentro entre Uribe y Chávez, nos prometieron, pero eso quedó en el olvidó. Eso nos enseñó que lo seguro es tener un aval de un banco o del mismo Gobierno, pero que sea un título valor o una ley sancionada en la que nos aseguremos”.
Antonio recomienda cubrir las negociaciones con algún seguro de riesgos y poner todas las condiciones plasmadas en papel. “Nuestro pecado fue confiarnos de nuestras costumbres comerciales de aquella época”.
Los pendientes
Pese al optimismo, los empresarios santandereanos consideran que es fundamental que se revise la deuda existente con las pequeñas y medianas empresas. Wilson Gamboa Meza, presidente de Asociación de Industriales del Calzado de Santander (Asoinducals), comenta que esta cartera ‘en mora‘ duerme en el sueño de los justos’ desde hace 10 años.
“Si hay buena voluntad, se pueden hacer unos acuerdos de pago o renegociar. Las facturas están en una oficina de la Gobernación que se creó en su momento y allá se apostillaron. La cifra supera los 1.200 millones de dólares”.
Calcula que fueron 850 empresas de Bucaramanga y el área metropolitana, de los sectores calzado, moda confección y joyería, que se afectaron por el no pago de esa deuda.