En el parque Caicedo de Villanueva, a un costado de la Catedral Metropolitana, en el centro de Medellín, una mujer trans de 35 años fue atacada con navaja por un hombre que, minutos antes, la había contratado para servicios sexuales.
Según cuentan los testigos, el hombre llegó en un vehículo hasta el parque, llamó a dos trans pero no llegó a ningún acuerdo, una de ellas, que no era Daynielis, golpeó el carro y huyó.
Minutos después, el hombre regresó al lugar y contrató a Daynielis, ingresó con ella en uno de los hoteles del sector y, tras saciar sus deseos carnales, la golpeó y luego trató de matarla con una navaja.
“Si no es porque nosotros reaccionamos rápido, hubiera ocurrido una tragedia. Ese hombre estaba encima de ella, tirándole con esa navaja. Nosotros jalamos a Daynielis de un brazo y la alejamos del tipo. Luego abrimos la puerta del hotel para que se fuera, pero intentó agredir a mi esposa y entonces tuvimos que encerrarlo en una de las habitaciones, mientras llegaba la Policía”. contó un testigo.
Luciana, otra mujer trans que vive en el mismo hotel, junto a Daynielis, contó que ella se encuentra en Bogotá, donde será operada para ver si le pueden salvar su ojo derecho.
“Esas cosas nos pasan cada rato. Hay hombres muy agresivos que nos pegan y nos insultan”, expresó Luciana.
El caso de la semana pasada
Recordemos que, la semana pasada, otra mujer trans, llamada Zarick, fue atacada con palos y cadenas por tres hombres en Prado Centro, cuando la mujer se dirigía hacia su inquilinato.
La atacaron sin motivo, simplemente por homofobia, y luego huyeron.
Zarick fue encontrada por profesionales de la Secretaría de Inclusión Social de la Alcaldía de Medellín, entidad que le ha brindado acompañamiento psicológico y judicial, y que le ofreció un proceso de resocialización para que se aleje de la vida de la prostitución.
Zarick nació hace 26 años en Moravia y, según cuenta, fue abusada durante su niñez.
En ninguno de los dos casos la Policía ha entregado resultados. Aunque ambas mujeres trans interpusieron denuncias judiciales, los responsables de sus golpes y heridas siguen libres, como si nada hubiera sucedido.
