La preocupación ya saltó los estamentos oficiales y cayó al llamado bajo mundo del narcotráfico.
El hecho de que solo en Arauca haya más de 120 muertos en los primeros tres meses del 2022, la mayoría de ellos producto de una guerra ilegal que se libra en la frontera con Venezuela, alertó a grandes capos extranjeros que ven ahí un riesgo para sus rutas y cultivos de uso ilícito.
La razón es que en estados como Apure, Táchira y parte de Zulia, que colindan con Arauca, Norte de Santander y La Guajira, son el epicentro de una cruenta confrontación entre el ELN, la disidencia del frente 33 de ‘Jhon Mechas’ y la llamada ‘Segunda Marquetalia’ del prófugo ‘Iván Márquez’.
Su pelea es tan fuerte por el control de las más de 20 pistas ilegales que están identificadas en esa línea limítrofe, y de las 40.000 hectáreas de coca que se calcula que hay en esa región, que se han presentado casos en los que matan del lado venezolano de la frontera y terminan dejando los cuerpos tirados en las calles de los poblados colombianos.
De hecho, en medio de esa disputa criminal han caído viejos conocidos del sistema judicial, como Hernán Darío Velásquez, alias ‘el Paisa’, y Henry Castellanos, conocido como ‘Romaña’, dos de los más sanguinarios excapos de las Farc y quienes fueron ultimados en diciembre pasado. Incluso, inteligencia aún verifica la versión de su en esos dos crímenes participaron mercenarios extranjeros contratados por el ELN y que se refugiaron ente Aruuca y Apure para perpetrar el ataque.
Pero es en ese contexto que narcos mexicanos, en especial de los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, están mandando emisarios que llegan a la frontera a través de territorio venezolano y que, en contados casos, pasan por aeropuertos colombianos en Bogotá y Medellín.
“Algunas fuentes nos han dicho que a veces, por el acento, los confunden con nariñenses, pero en realidad son mexicanos que mantienen un bajo perfil para movilizarse hacia la frontera y entrar en contacto con los emisarios de ‘Mechas’, ‘Márquez’ y ‘Arturo Medina’, los jefes de las estructuras que pelean allá”, aseguró una fuente judicial.
La información recabada en terreno es que se mueven por poblaciones como Saravena, La Esmeralda –del lado colombiano– y Guasdalito y La Victoria –en la parte venezolana– dejando una razón que a veces, como se documentó en enero pasado, va acompañada de dólares y armas.
“El mensaje que les están haciendo llegar es que hay plata para todos y que no tienen por qué matarse entre ellos”, le confirmó un investigador judicial a EL COLOMBIANO.
Las autoridades colombianas ya tienen algunos de estos emisarios identificados, pero al no estar judicializados aún no pueden revelar esos nombres –este diario también se abstiene de hacerlo para no afectar la investigación–, y se están documentando sus pasos por el país para que, tras tener la orden de un juez, proceder a capturarlos. Hay una de estas personas con al menos dos ingresos verificados.
Y si bien aún se analiza si tenía relación con el paso de estos emisarios narcos, que tienen un puente asegurado más fácil de andar desde Caracas hacia la frontera –de acuerdo con fuentes con la supuesta ayuda de autoridades del régimen de Nicolás Maduro–, la caída esta semana en Cali de Brian Donaciano Olguín, alias Pitt, asentó la alarma.
‘Pitt’ –quien entró a Colombia por el aeropuerto de Rionegro– tenía contactos con la estructura de ‘Iván Mórdisco’, jefe de ‘Jhon Mechas’: ambos parapetados en campamentos en Venezuela. Además, se le documentaron acercamientos con ‘Gentil Duarte’, otro disidente que actúa en la frontera y que hasta hace poco también estuvo batiéndose a sangre y fuego con las otras estructuras ilegales por el control de la ilegalidad fronteriza.
“Se sabía que sus alianzas criminales, como parte del cartel de Sinaloa, se vinculaban en su mayoría disidencias de las extintas Farc”, se confirmó en el expediente judicial de ‘’Pitt’, quien –a su vez– le rendía cuentas a otro capo mexicano: Ismael Mario Zambada García, alias ‘el Mayo’.
Si bien la llegada de estos emisarios podría frenar las matanzas en la frontera, del lado colombiano hay más de 7.000 comandos desplegados para que el control sea desde la autoridad legal y no por parte de criminales. El lío sigue estando del lado venezolano, donde la anuencia del régimen de Maduro con el narcotráfico –él mismo tiene un pedido de extradición por tráfico de cocaína– impide las acciones coordinadas para controlar el territorio.