El asesinato de Miguel Ángel López, su esposa Zulay Durán Pacheco y su bebé de 9 meses, ocurrido el pasado 14 de enero, causó consternación entre los ciudadanos de Tibú, Norte de Santander, lugar donde López tenía una funeraria y embalsamaba los cuerpos de las víctimas del conflicto armado.
Aunque se presume que la masacre fue perpetrada por el ELN, este grupo armado asegura que no son los responsables y señalan a las disidencias del frente 33 de las Farc, con quienes mantienen enfrentamientos en la región.
Residentes hablan sobre las posibles causas del ataque
Si bien las autoridades aún investigan quiénes fueron los responsables de esta masacre, en la que solo logró sobrevivir el hijo mayor de la pareja, los residentes de dicha zona de Norte de Santander aseguran que el motivo del ataque fue el activismo social en favor de la comunidad que Miguel llevaba a cabo.
De acuerdo con la revista Semana, el padre de familia intentaba realizar su labor explicándoles a los integrantes de ambos grupos armados que su trabajo no estaba influenciado por la política ni por ninguna ideología. Aunque algunos le creían, otros lo amenazaban por querer dar cristiana sepultura a las víctimas.
“Aquí hay zonas en las que solo entran las funerarias a recoger los cuerpos, nadie más va, ni las autoridades. Entonces, como ellos tenían acceso a esos territorios, se ganaban enemigos de ambos bandos, porque aquí no se puede recoger ni a los muertos”, dijo un habitante de la zona al medio mencionado.
Según el relato de los residentes, el día del crimen, Miguel presuntamente trataba de sacar a sus familiares de esta región y llevarlos a un lugar seguro, pues con el aumento de la violencia durante el fin e inicio de año, su seguridad estaba en riesgo. De hecho, uno de sus amigos le llegó a decir que abandonara esa profesión porque “la muerte lo perseguía”.
“Él había sorteado la situación en muchas ocasiones, pero un día yo le dije que era mejor dejar esa actividad porque daba la sensación de que la muerte lo perseguía. Se rio y me contestó que, al contrario, él era el que perseguía a la muerte, pero siempre llegaba tarde”, relató el hombre.
Con esta masacre quedó en evidencia la crítica situación de seguridad que atraviesa este territorio colombiano. De acuerdo con la defensora del Pueblo, Iris Marín, más de 30 personas han sido asesinadas, incluyendo a Miguel y su familia. Debido a esto, el presidente Petro y sus funcionarios viajaron en las últimas horas a Tibú para hacer frente a la crisis de orden público que se vive en la región.