Un trágico suceso sacudió las festividades del municipio de Usiacurí, en el departamento del Atlántico, cuando un joven de 17 años, identificado como Carlos Andrés Ditta Ortiz, perdió la vida tras ser embestido por un toro de 400 kilogramos en medio de las tradicionales corralejas.
El incidente ocurrió durante el último día de las celebraciones, dejando un amargo sabor en una de las festividades más esperadas de la región.
El fatídico evento se produjo cuando Ditta, en un acto de aparente imprudencia, ingresó al ruedo, enfrentándose al toro sin las medidas de seguridad necesarias.
El animal, en un arrebato de furia, lo embistió repetidamente, causándole heridas letales. Los asistentes, entre gritos de desesperación y sorpresa, fueron testigos de la escena que quedó registrada en un video ampliamente compartido en redes sociales, donde se escucha el grito de “¡Lo mató, lo mató!” desde las graderías.
La noticia de su fallecimiento causó gran consternación entre los habitantes de Usiacurí y en su natal Sabanalarga, donde sus familiares, devastados por la pérdida, solicitaron ayuda económica para el traslado del cuerpo y la organización del funeral.
Este lamentable incidente ha reabierto el debate sobre la seguridad en las corralejas, una tradición arraigada en la cultura caribeña, pero que cada año cobra víctimas debido a la falta de medidas de protección adecuadas para los participantes. El alcalde de Usiacurí, Julio Calderón, se pronunció tras la tragedia, asegurando que se convocará un Consejo de Seguridad para analizar la situación y buscar formas de evitar que este tipo de incidentes se repitan en el futuro.
Las corralejas, aunque populares y defendidas por muchos como parte del patrimonio cultural del Caribe colombiano, enfrentan críticas por los riesgos que representan tanto para los animales como para los seres humanos.
La muerte de Carlos Andrés Ditta es un recordatorio doloroso de los peligros inherentes a estas festividades, y podría impulsar cambios en la regulación de este tipo de eventos para proteger la vida de los participantes y garantizar celebraciones más seguras en el futuro.
