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Video: Cannabis medicinal, el oro verde en el campo colombiano

Clever Leaves es una empresa que, además de Colombia, tiene producción en Portugal y un distribuidor en Alemania.

Una de las empresas que apuesta fuerte por este negocio es Clever Leaves, que se afincó en Pesca, una tranquila localidad del departamento de Boyacá (centro) en donde echó raíces su cultivo ecológico hace más de cinco años y ya exporta a 17 países de cinco continentes.

En Pesca, cuya temperatura promedio es de 19 grados centígrados y la economía gira en torno a la agricultura y la ganadería, crecen en viveros las plantas de cannabis, nombre científico de la marihuana, que no superan los 1,60 metros de altura.

Cumpliendo la regulación, el perímetro del cultivo tiene una triple protección: una cerca eléctrica, sensores infrarrojos y un sistema de vigilancia con 154 cámaras.

Por estar en el trópico las plantas reciben hasta 12 horas de luz natural diariamente, que se complementan con luz eléctrica, riego controlado y una asepsia casi de hospital.

Cada etapa de la planta, desde su semilla, se monitorea a través de un software, lo que permite saber cuándo fue sembrada, qué cantidad de luz y de nutrientes recibió, entre otros datos.

«Clever Leaves es una compañía multinacional que se dedica a elaboración de medicamentos y materias primas a base de cannabinoides, certificada con buenas prácticas de manufactura de la Unión Europea y del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima)», dice a Efe el director de Asuntos Corporativos y Regulatorios de Clever Leaves, Julián Wilches.

Exportar la flor

La compañía, que desde el año pasado cotiza en el índice Nasdaq de la Bolsa de Nueva York, produce materia prima, incluidos ingredientes farmacéuticos activos (API), y productos semiprocesados, entre ellos los de marca blanca.

Sin embargo, espera que la legislación colombiana le autorice a exportar flor seca de cannabis con fines medicinales para seguir desarrollando la industria y la compañía.

«Colombia tuvo una regulación pionera hace cinco años y llegó el momento de ponernos al día en cuanto a competitividad. Vecinos, como Perú, Brasil, Uruguay, México y Ecuador, están haciendo la tarea para conquistar el mercado del cannabis medicinal y científico», dice Wilches, quien fue director de Política contra las Drogas del Ministerio de Justicia.

Agrega que el país tiene la oportunidad de modernizar su regulación, de hacerla «más ágil, más eficiente, con menos restricciones, con mejores controles y mejor trazabilidad para que facilite la competitividad y el acceso a los mercados en el mundo».

Actualmente la empresa puede exportar aceites, extractos y otros productos para uso medicinal pero no flor seca, lo que Clever Leaves hace desde Portugal.

«Estamos en un momento en el que podemos poner la segunda de cambio o nos quedamos en primera y nuestros competidores pasan por esta avenida enorme que es el cannabis con fines medicinales y científicos», advierte Wilches.

Explica que con las inversiones en este sector las empresas crean empleos, pagan impuestos y dinamizan las exportaciones no minero energéticas.

Cifras alentadoras

Wilches, que cita cifras de la Asociación Colombiana de Industria de Cannabis (Asocolcanna), dice que el sector exportó el año pasado productos por unos cinco millones de dólares «en plena pandemia» y es optimista con que este año esa cifra «sea muy superior».

Un estudio de la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo (Fedesarrollo) señala que el sector de cannabis en Colombia genera en promedio 17,3 empleos agrícolas formales por hectárea y podría generar 7.772 en total para el año 2025, y 26.968 para el 2030.

Además, señala que, al permitirse la exportación de flor seca con fines medicinales, esta proyección aumentaría considerablemente, teniendo en cuenta que la flor de cannabis representa la categoría de producto terminado con mayores ventas en mercados de referencia como Estados Unidos, Alemania, Israel, Australia y Canadá.

El cultivo de Clever Leaves en Pesca genera 380 puestos de trabajo de los cuales 266 son ocupados por madres cabeza de familia, como Sandra Milena Fuentes, madre de dos niñas de 6 y 8 años, o Nayibe Rodríguez, quien venció la resistencia de su familia a este trabajo.

«Al comienzo hubo momentos de duda», dice a Efe al explicar que después de confirmar que el cultivo de cannabis medicinal es algo legal para «colaborar a personas que lo necesitan» se despejaron las inquietudes y tiene el apoyo de su familia.

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