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Wilson Peña, la segunda víctima de la explosión en la polvorería El Vaquero

El hombre llevaba dos años laborando en fábrica de productos pirotécnicos. En este hecho otras 34 personas resultaron afectadas.

Wilson Antonio Peña se convirtió en la segunda víctima fatal de la explosión registrada al interior de la polvorería El Vaquero, en Soacha, Cundinamarca. Durante cuatro días los médicos hicieron todo lo posible por salvarle la vida a este hombre.

Peña, quien se encontraba hospitalizado en la unidad de quemados del Hospital Simón Bolívar de Bogotá, murió el domingo 26 de mayo a causa de la gravedad de las heridas que sufrió, según confirmó Julián Sánchez Perico, el alcalde del municipio.

“Las autoridades confirmaron que lamentablemente tenemos un segundo fallecido, como consecuencia de la explosión en la fábrica ‘El Vaquero’. Se trata del señor Wilson Antonio Peña, quien luchaba contra la gravedad de sus heridas en el Hospital Simón Bolívar. A toda su familia y seres queridos, les enviamos un fuerte abrazo y nuestro sentido de condolencias”, aseguró Perico.

Por su parte, Lucho Agudelo, líder social de Soacha, recordó a Wilson como un hombre que defendió los derechos de los trabajadores informales y aseguró que hace tan solo 2 años que el hombre había entrado a laboral en la polvorería, esto con el fin de mantener a su familia.

“Hace 20 años lideró y defendió a varios vendedores informales de la época, incluyendo mi madre en su momento. Hace dos años decidió entrar a trabajar al Vaquero, todo con el deseo de apoyar a su familia. Mucha fuerza a su familia y a todos los amigos con quienes tomábamos tinto.”, dijo Agudelo en su cuenta de Facebook.

La otra víctima
Como una mujer trabajadora y buena madre es recordada Nathaly Niño Núñez, una mujer de 39 años que falleció tras una fuerte explosión ocurrida alrededor de las 4:30 de la tarde del miércoles, 22 de mayo, en la polvorera El Vaquero, ubicada en Soacha.

María Cristina, tía de la víctima, le dijo a El Tiempo que Nathaly llevaba un año y medio trabajando en la fábrica, aparentemente fabricando voladores. “Era una persona maravillosa, luchadora, que lo daba todo por sus hijos. Su trabajo era duro; llegaba con las manos rojas, a veces sangrando y con los dedos llenos de curas. Hace unos meses la habían pasado a la parte de la dinamita”, agregó.

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