La aterradora y macabra muerte de madre e hijo tiene desconcertados a los residentes de la vereda La Puna, en el municipio de Agua de Dios (en Cundinamarca).
La señora María Lilia Mendoza Bautista, de 83 años, fue vilmente asesinada por su propio hijo, un sujeto de 56 años identificado como Juan Carlos Mendoza.
Este aberrante suceso ocurrió a la 1:00 a.m. de ayer, en un sector ubicado a 10 minutos del casco urbano del pueblo, según informaron las autoridades.
“Juan Carlos Mendoza era un señor con muchas cualidades. No somos nadie para juzgar; Dios dice: no juzguéis y no seréis juzgados”, comentó un conocido de la víctima.
La tragedia
Según informaron las autoridades, Juan Carlos se encontraba movilizándose junto a su madre en el taxi con el que se ganaba la vida, pero, al llegar a la vivienda donde residían, sostuvieron una acalorada discusión que terminó desatando la tragedia.
Una ira infernal invadió a Juan Carlos, quien primero incineró su ‘amarillito’ mientras su madre lo miraba desde un costado del automóvil.
La adulta mayor, al ver el vehículo calcinado y envuelto en llamas a pocos metros de su humilde vivienda, pensó que lo peor ya había pasado. Sin embargo, presuntamente, tras hacerle un reclamo a su hijo, este, invadido por la ira y el odio, se le acercó por la espalda y le propinó un fuerte golpe en la cabeza con un objeto contundente, herida que terminó acabando con la vida de doña Lilia.
“Cuando llegaron nuestros uniformados al lugar de los hechos, al intentar ingresar a la vivienda, Juan Carlos les disparó desde el interior con un arma de fuego tipo carabina 9 mm, lo que dejó como saldo a un uniformado lesionado sin gravedad”, comentó el coronel Andrés Serna Bustamante, comandante del departamento de Policía Cundinamarca.
Acorralado por los agentes de Policía que ideaban una estrategia para reducirlo, Juan Carlos tomó la decisión de ponerle fin a su vida, por lo que entró a uno de los cuartos de la vivienda, tomó una cuerda y la ató al techo para quedar allí suspendido. Mientras los agentes le hacían llamados a la calma desde el exterior, el taxista dio un último suspiro.
“Juan Carlos era un hombre bueno, trabajador y honrado. No sabemos qué estaba viviendo, tal vez perdió la razón. Él era un hijo amoroso, un hermano y tío ejemplar. No juzguemos, más bien oremos por ellos y su familia”, agregó un allegado a Juan Carlos.
Hasta el momento, los móviles que desataron este aberrante hecho son materia de investigación por parte de las autoridades, quienes hicieron presencia en el sector pocos minutos después de que se presentó el incendio del taxi.