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Panadero pagó 29 meses de prisión por un secuestro que no cometió

Jesús Quintero logró comprobar que jamás participó en un secuestro en Ocaña, como lo aseguraron unidades del Gaula.

Desde el mismo día en que un grupo de policías del Gaula le pusieron los ‘ganchos’ a Jesús Alonso Quintero Solano y le leyeron los derechos como capturado, asegurándole que sería llevado ante la Fiscalía y un juez para que respondiera penalmente por uno de los secuestros que ha sufrido Irenio Bohórquez, ocurrido en el 28 de julio de 2020, él se mantuvo en su afirmación: soy inocente.

A pesar de todo lo que le tocó vivir, pasando hasta hambre dentro de una celda y compartiendo con gente que no conocía y pertenecería a un grupo armado ilegal, Quintero Solano no aceptó las propuestas que le hicieron para que aceptara los cargos, pues jamás perdió las esperanzas de que algún día demostraría su inocencia y saldría en libertad, sin deberle nada a la justicia.

Y así ocurrió. Tras permanecer 29 meses en prisión, Jesús Quintero Solano hoy está en casa con su familia, tratando de recuperar el tiempo que no estuvo con sus hijos esposa, pues durante lo que duró en la cárcel solo los pudo ver dos o tres veces.

De panadero a secuestrador

Jesús Alonso –según su relato- ha sido panadero desde que tiene 12 años de edad, un oficio que sus padres le enseñaron y con el que ha logrado sacar adelante a sus hijos y esposa. Hasta que el Gaula lo capturó, laboró en una panadería muy conocida en Convención,  municipio que está a una hora de Ocaña.

Y precisamente, el 18 de febrero de 2021, estando en su lugar de trabajo, los policías, acompañados por tropas del Ejército, rodearon la cuadra y al entrar a la panadería pidieron que quienes estuvieran ahí salieran un momento.

Policías soldados llegaron como a las 6:00 de la mañana, nosotros los vimos afuera de la panadería y nos asustamos, porque usted sabe cómo es esta zona de violenta. Es más, yo en broma dije a quién irán a capturar”, recuerda Jesús Quintero.

Luego de ver a tantos uniformados ahí parados sin hacer nada, Jesús Alonso y sus compañeros siguieron en sus labores diarias, pero a las 8:20 de la mañana unos policías entraron al establecimiento y les dijeron a los encargados que necesitaban que todos salieran porque les querían dar una charla de bioseguridad, aprovechando que el tema de la COVID-19 estaba en furor para ese entonces.

“Yo salí y vi a uno de los policías con una planilla, me pareció curioso y hasta le pregunté que si eso era para sacar un equipo de fútbol. Luego de que entregué mis datos personales con número de cédula, me dicen que quedaba detenido por secuestro, recuerdo que les dije que cómo así, quedé como en una crisis de nervios, pues no entendía qué estaba pasando, aunque me decían que me quedara callado, les repetía ‘yo no he hecho nada’, pensé que era hasta una broma”, relata Quintero Solano.

Luego de que le pusieron las esposas, lo subieron en una camioneta y de inmediato lo trasladaron hasta Ocaña, donde permaneció más de una hora, y luego lo movieron hacia Cúcuta, por vía terrestre. 

“Aunque les pedí a los policías que me dejaran hablar con los compañeros de trabajo, no lo hicieron. Me subieron rápido y me sacaron del pueblo, yo les decía que por qué hacían eso si no debía nada, si no había hecho nada, pero no me respondían”, afirma Quintero.

Y añade: “Llegué a creer que estando en Ocaña solo me preguntarían algunas cosas y me soltaban, pero no, me metieron a la Fiscalía para que firmara un documento que decía algo del buen trato. Yo le pregunté al fiscal que quién era el secuestrado y me dijo que el señor Irenio, ahí le dije: ¿quién es ese?, que no lo conozco”.

Al llegar a Cúcuta, el Gaula puso a Jesús Quintero Solano al frente de una lona que tenía el logo de la Policía Nacional, además de dos uniformados fuertemente armados a su lado, y luego comenzaron a sacarle fotos. “Ahí confirmé que estaba en problemas y me sentí muy solo y derrotado”.

A la cárcel

Tras las audiencias concentradas, un juez decidió enviarlo a prisión. Primero lo tuvieron 10 meses en una celda improvisada en el Gaula, luego lo trasladaron a la Penitenciaría de Cúcuta, en el patio 10, donde la gran mayoría de los reclusos hacen parte de la guerrilla del Eln.

En las audiencias, Jesús Quintero se enteró que a él lo involucraron en el proceso investigativo como quien se encargó de llamar a exigir el dinero para liberar al secuestrado, además, de ser señalado de devolver  la víctima a sus familiares, el día de la liberación de Irenio Bohórquez

“Otra cosa que dijeron fue que yo dizque hice arrodillar a un familiar del señor secuestrado y luego de ponerle una pistola en la cabeza le dije que si me denunciaba lo mataba a él y a toda la familia. Mejor dicho, dijeron un poco de cosas que yo quedé impactado. También hablaron que yo ese día me escapé en una moto, cuando yo no sé manejar moto”, argumenta Quintero.

“Esos 29 meses fueron muy tristes para mí. Me metieron en unos sitios que jamás pensé conocer y donde la realidad de la vida es otra. Estando allá aguanté mucha hambre, hubo días donde no nos daban sino el desayuno”, dice al describir el calvario que padeció.

La defensa

Ante el proceso judicial que le armaron a Quintero Solano, la esposa decidió buscar a dos abogados para que le ayudaran a demostrar su inocencia, y fue así como José Ernesto Jaimes Chía y Manuel Ricardo Mancera García se encargaron de la defensa.

“Gracias a que mi esposa hizo unas rifas y les pidió ayuda a varias personas en Convención, logramos pagar los abogados y ellos me ayudaron a demostrar que yo decía la verdad”, agrega.

Ellos dos lograron desvirtuar lo afirmado y las pruebas que tenía la Fiscalía. Primero hicieron que un juez avalara la libertad del procesado a través de la figura de vencimiento de términos. Tras eso, el juicio siguió y hace unos días Jesús Quintero quedó totalmente en libertad y sin deberle nada a la justicia, pues demostraron que todo era una mentira.

Los abogados Jaimes Chía y Mancera García, defensores del procesado, insistieron en que su representado era inocente, pues de acuerdo con lo manifestado por Irenio Bohórquez, secuestrado el 28 de julio de 2020 y liberado cuatro días después luego de que su familia pagara al menos $36 millones a los captores, manifestó en declaración juramentada, en el juicio, que jamás vio las caras de los cinco secuestradores, pues siempre estuvieron cubiertas con pasamontañas.

Asimismo, su hijo Mauricio Bohórquez, quien presenció el rapto de su papá en una finca del corregimiento Aguas Claras (Ocaña), también afirmó que no observó los rostros de los cinco hombres que se llevaron a Irenio.

Bohórquez insistió en que durante su encuentro con los policías del Gaula que llegaron hasta su finca luego de su liberación, tampoco señaló ni reconoció a través de fotografías a ninguno de los secuestradores ni mucho menos a Jesús Quintero Solano.

Ante esto, los abogados defensores denunciaron ante la Fiscalía y la Procuraduría a los uniformados del Gaula que hicieron parte del proceso contra el capturado, por los delitos de fraude procesal con falsedad material, ideológica y obtención de documento público, uso de documento falso y falsedad personal, al asegurar que Irenio Bohórquez y otros dos testigos del hecho identificaron al capturado en un álbum fotográfico.

Además, Quintero Solano también se está asesorando de sus abogados para interponer una demanda contra el Estado por los daños sufridos.

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